Símbolos y ofensas
El símbolo, divino tesoro. Tan difícil de definir, tan etéreo, es para los humanos la ventaja evolutiva, lo que nos ha permitido crecer, medrar, organizarnos, llegar hasta aquí. Manejamos el símbolo mejor que cualquier otra especie en la Tierra, y trabajamos en él a diario, continuamente, como si nuestra única tarea fuera la de definir y redefinir sus significados. La adolescente que juega con el maquillaje ante el espejo -rojo pasión, verde esperanza-; el agente que activa la sirena de su coche patrulla…
¿Pero qué es el símbolo?
Como se trata de un concepto complejo de analizar, para no liarnos mucho, os proponemos que os acerquéis a él de manera intuitiva… ¿Qué es un «símbolo» para vosotros?
Peirce fue un pensador que dedicó buena parte de su vida al estudio de los signos y curiosamente, su definición es bastante intuitiva también. Sin ser del todo literales, para él, un signo sería «algo» que para un grupo de personas se refiere a «otra cosa». ¿No es genial?
Pues así, intuitivamente, nos hemos acercado mucho a lo que la ciencia entiende por «símbolo». Y es que un símbolo es un tipo de signo, es decir, algo que, para las personas, se refiere a otra cosa. Por ejemplo, la letra «a», para los españoles, simboliza el sonido /a/ (para los ingleses la misma letra representa el sonido /ei/). Un semáforo en rojo significa para los conductores la obligación de detener el vehículo. Un escote muy pronunciado, o una corbata, o un determinado perfume, significan también, para ciertas personas, ciertas cosas.
Así que, para que un símbolo sea símbolo, hacen falta al menos tres ingredientes: el propio símbolo (la señal de tráfico), el grupo de «interpretantes» (los conductores) y la realidad a la que hace referencia, el «referente» (detén el vehículo).
Una bandera
Quizás una de las claves de la supremacía económica de Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX haya sido su magistral dominio de los símbolos. Han tenido a su disposición la mayor fábrica de signos que jamás se haya construido (Hollywood), y la han sabido aprovechar, qué duda cabe.
En Estados Unidos, conviven gentes de toda edad y condición. Es un pastiche tremendo, con personas de múltiples razas, credos, orientaciones, de muy diferentes poderes adquisitivos… Y sin embargo, la bandera de los Estados Unidos, en cierta manera, les une a todos. Es rarísimo ver a un estadounidense mancillar su bandera, quemarla o tratarla sin reverencia, porque por lo general, el estadounidense se siente representado en esa bandera: quemarla, deshonrarla, sería como deshonrarse a sí mismo.
¿Es esta adhesión algo natural? ¿Es voluntaria? ¿Está razonada? Son interrogantes que podríamos plantearnos, pero en este caso dirigiremos la atención a lo que acaba de suceder en España, que nos toca más de cerca.
La bandera
El Ministro del Interior anunciaba recientemente que la nueva Ley de Seguridad Ciudadana sancionará las ofensas contra los símbolos españoles con multas de hasta 30.000 euros (equivalentes al sueldo íntegro de dos años de un asalariado medio). Es decir que, si en el curso de una manifestación -de las muchas que se producen en una España indignada-, a alguien se le ocurre atentar de alguna manera contra el escudo, el himno, o la bandera de España, de sus comunidades autónomas, de sus ayuntamientos y/o demás instituciones, podrá ser condenado a dos años -valga la expresión- de «trabajos forzados» -expresión metafórica, claro, ya que muchos ni siquiera tendrán trabajo con el que asumir la deuda-.
Un pequeño excursus: A propósito del himno, uno recuerda cómo en los colegios, durante los años ochenta, se cantaba eso de «Franco, Franco, que tiene el culo blanco…». Era pegadiza, la canción, pero sin mayor malicia. Ahora, probablemente supondrá una grave ofensa a la nación, sancionable por tanto (¿escribir «nación» con minúscula será también objeto de sanción?)
Mi bandera
Así que en éstas estamos… Los gobernantes pretenden conseguir nuestra adhesión a los símbolos patrios mediante el miedo, mediante la represión, adueñándoselos, pero no es así como funciona. Los españoles, el pueblo español, soberano, tiene derecho a decidir sobre sus símbolos. Si la bandera, como símbolo, ha dejado de significar lo que significaba -ese estado social, democrático y de derecho que define nuestra constitución-, si la bandera ha dejado de representarnos, los españoles tenemos derecho a reivindicar una vuelta al significado original, tenemos derecho a una bandera en la que proyectarnos como pueblo, como comunidad, con orgullo.
E incluso a mostrar nuestra rabia públicamente –significar nuestra decepción en esa bandera-, como se hace con el padre, o con Dios, cuando sentimos que nos han abandonado y renegamos de ellos.
No dejemos que nadie se apropie nuestros símbolos, especialmente los gobernantes. Mejor que quemar la bandera, o sustituirla por otra, ondearla bien alto. Mejor que componer un nuevo himno, corear el que ya tenemos. Mejor que atentar contra el signo, construir, entre todos, su significado. Y así, al final, convertirnos en el pueblo soberano que nos dijeron que seríamos, y en el pueblo unido que nunca llegamos a ser.
3 comentarios
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Sí, es bien triste observar que el gobierno, en lugar de vertebrar, parezca únicamente preocupado en arreglar la economía, la macro claro está, para que la plutocracia pueda invertir en España, lo cual significa desvertebrarnos como ciudadanos y como entes soberanos.
Sí, nuestra bandera ha de ser contestación ante todas las sustracciones de que somos víctimas por parte de gobernantes, economistas, nacionalistas e ignorantistas.
El artículo, muy claro, muy didácticamente antropológico y lingüístico, también. ¡Qué tipo tan humilde, tan discreto y tan sagaz el suizo Sausurre!, ¿verdad?
Mariano Aguirre
Aunque no lo pretendas, tu editiorial podría ser la letra a nuestro himno:
«No dejemos que nadie se apropie de nuestros símbolos
Mejor que quemar la bandera, ondeala bien alto
Mejor que componer otro himno, corea el que ya tenemos
Mejor que atentar contra el signo, construyamos entre todos su significado.
Y así, al final, el pueblo unido será soberano»
Me parece un texto inmejorable y muy cargado de significado, ojalá todos lo sintieran así.
El símbolo tiene que ser capaz de dirigir hacia el referente (semáforo). Cuando un signo no solo es informativo, sino que además es evocador de valores (bandera), las personas tenemos derecho a utilizar los símbolos.
Si los que ostentan el poder se adueñan del poder del símbolo evocador de valores contra el pueblo soberano, éste se rebelará «quemando» los símbolos porque no es que hayan perdido su sentido evocador, más bien es porque no pueden «quemar» a los políticos.
Pero, como muy bien dices, ante el «opresor», unidad. Alcemos nuestros símbolos (banderas) para recuperar los valores y que ellos nos guíen hacia la unidad tan necesaria en nuestros días.
Enorme tu exposición! Detrás de cada palabra que has escrito, hay todo un mundo de signos y símbolos que manejas como pocos.