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- 18/06/2013 - 17:39
- Autor: Almudena Cueto
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- Colaboraciones, La mirada malva, Opinión
- cultura, embarazo, medios de comunicacion, publicidad, responsabilidad social, sociedad
¿Quién tiene la culpa?
Hoy vamos a poner nuestra mirada malva sobre estas dos campañas publicitarias que han tenido su polémica en Reino Unido y en Chicago.
La primera de ellas incide en las desventajas que acarrean los embarazos tardíos; la segunda sobre las que conllevan los embarazos precoces, no deseados, entre los y las adolescentes.
La campaña abogando por el descenso de los embarazos tardíos no pasaría ningún test de igualdad de oportunidades. No aprobaría nuestro test malva.
Es inaceptable que también se culpe a las mujeres del retraso en la media de edad en el primer embarazo. Inciden muchos factores en esta postergación: poca ayuda a la conciliación, poca corresponsabilidad de los hombres, poco mercado de trabajo, poca ayuda a la vivienda para jóvenes, el paro juvenil… Y tantas y tantas cosas que nos infantilizan como personas.
Segundo, ¿qué más da cuándo se decida tener descendencia? Existen protocolos médicos que favorecen la consecución normal de un embarazo a estas edades, y además la madurez de los progenitores y la voluntariedad del acto conlleva una mejor atención a la crianza del bebé.
No podemos negar las consecuencias de alargar la edad de maternidad para incidir en los problemas demográficos de las sociedades occidentales, pero esa circunstancia no es culpa exclusiva de la mujer. O todos somos responsables, o nadie lo es.
Sin embargo, frente a la inoportunidad de esta campaña, al otro lado del charco se ofrece un ejemplo de sensibilización con criterios de igualdad. Un embarazo no deseado no sólo tiene que afectar a la chica, la figura del padre siempre está ahí, y él debe ser corresponsable de la opción que decida la mujer.
La responsabilidad de los embarazos no deseados también es de los chicos…
Almudena Cueto es la directora de la consultoría en responsabilidad social «Más Innovación Social«
3 comentarios
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Hola Almudena! Gracias por tu «mirada malva» y por tu aportación crítica que, según mi opinión, beneficia la labor de esta página que es la de informar.
Se agradece la voz femenina poniendo en la palestra cuestiones de igualdad.
Saludos
Corresponsabilidad: palabra clave. El hijo es de dos.
Mi tío-abuelo Pepe, dermatólogo exiliado tras nuestra Guerra Civil en Venezuela, pregunta a una paciente del pueblo que de quién es su hijo. Ella contesta: «Ay, no sé, doctor, estaba muy oscuro…»
En un relato corto de Borges, una terrible mujer, más dura que un pedernal, decide tener descendencia sin marido y sin padre y de hecho, tras el coito, se carga al progenitor, como una mantis cualquiera.
Qué duda cabe que lo ideal, para la pareja, es la corresponsabilidad en todos los ámbitos y qué duda cabe que para el niño, para el hijo (a), lo ideal es tener a los dos progenitores (ahora no vamos a entrar, porque no es el momento, en la cuestión de los progenitores del mismo sexo). Digo esto porque con gran frecuencia se reivindican derechos de la mujer y de la madre, de manera exclusiva, obviando los del indefenso, inerme y muy expuesto retoño.
Bien cierto es que el descenso de la natalidad que llegará a poner en entredicho a nuestra sociedad occidental, no es responsabilidad privativa de la mujer. En España, por ejemplo, qué gobierno se ha ocupado de potenciar la natalidad con ayudas eficaces y con imaginación. ¡Ninguno! No hay visión alguna de futuro. Ganar las próximas elecciones y todas las siguientes es su único móvil.
Por otra parte, tampoco es todo positivo para el chaval en la maternidad-paternidad a edades avanzadas: los padres están más cansados, los abuelos apenas se disfrutan (y la figura del abuelo y de la abuela son importantísimas en el desarrollo afectivo e intelectivo del niño), la hiperprotección sea posiblemente mayor, amén de que es bello para el adulto futuro, una vez sus padres hayan muerto, recordarlos en épocas de lozanía y de plena salud, etc.
En cuanto a la voluntariedad del acto, lo puede ser tanto por parte de unos padres jóvenes como de otros más machuchos.
Otra cosa: ya estamos con la gran mentira de las fotos publicitarias, en las antípodas de la mujer barbuda de Ribera. Los dos jóvenes hombres no son feos y son jóvenes; en realidad hay muchos jóvenes que no son hermosos; ciertamente cuanto más agraviado por la edad se esté, más deteriorado e incluso repulsivo se verá uno, pero, ¡caramba! qué lejos nos llevan esas fotos (y toda publicidad en general ) de la realidad, muy triste mucha veces, pero siempre tan real. Como en Las Rozas Village, donde no sólo no hay coches (¡qué bien), sino tampoco pobres ni decrépitos. ¿Feos? Hombre, alguno hay, pero, eso sí, bien trajeado.
El ‘quid’ de tu texto está en la frase «la figura del padre siempre está ahí, y él debe ser corresponsable de la opción que decida la mujer».
Es decir, que -según tú- la responsabilidad es de ambos, pero la mujer es quien decide si tener, o no, descendencia.
Claramente es una postura discriminatoria hacia el hombre, esto es, feminista. Si los dos tienen semejante responsabilidad, los dos deberían tener semejante capacidad de decisión, ¿no crees?
Este sesgo, viniendo de una experta en responsabilidad social, es significativo. Indica que, lejos de abolir el machismo y reivindicar una sociedad igualitaria, se persigue a menudo sustituir el pernicioso machismo por otro no menos pernicioso feminismo. Es decir, se reivindica la desigualdad. Y la desigualdad, la discriminación, nunca es positiva.
En cuanto a la edad idónea para la procreación, tienes razón en que las condiciones sociales han cambiado y determinan que hoy nos lancemos a la paternidad a edades más tardías. También es cierto que la esperanza de vida ha aumentado y ya no se considera «viejos» a unos padres de 40 años. Y sí, la medicina puede ayudar a que todo salga bien. No obstante, en mi opinión, a cierta edad (indeterminada, a criterio de cada cual) lo responsable es abstenerse de tener hijos, por el bien del menor. Y es que recordemos que son sus derechos –los del menor- los que deberían prevalecer y no los de los adultos. Lo importante no es el derecho de la mujer o del hombre a procrear, sino el derecho del niño a crecer sin convertirse en un esclavo de los achaques de sus padres.
¿La campaña? Desafortunada. Probablemente hayan querido suscitar el mayor rechazo posible en el espectador (con el fin de reforzar su mensaje) y para ello se han apoyado en la imagen más gráfica que se les ha ocurrido: una anciana embarazada. Pero te lanzo una pregunta… ¿hacia qué colectivo es más ofensiva la foto? ¿Hacia el de las mujeres? ¿O hacia el de los ancianos, a los que erige como icono de lo inútil y lo repulsivo?