Tras la creación en 1953 de lo que posteriormente se convertiría en el renombrado «Festival Internacional de Cine de San Sebastián», la «Semana Internacional de Cine», y viendo su repercusión, el gobierno franquista se vio obligado a flexibilizar la censura y permitir ciertos privilegios fiscales a las películas presentadas al certamen. Esta flexibilización tuvo su eco en «La Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos» (FIAPF), que concedió a la Semana Internacional la categoría de «Festival Internacional de Cine» clase «B» (festival no competitivo), con la incorporación de la primera «Concha de Plata» como símbolo de un premio distintivo del certamen. Sin embargo, en el año 1956, la FIAPF, dado que el gobierno franquista limitaba enormemente al cine norteamericano, retira su apoyo.
En 1957 llega la reconciliación entre el gobierno franquista y la FIAPF, y ésta le concede la máxima categoría al festival. La primera Concha de Oro es para la película «La nonna Sabella» del italiano Nino Rissi. Al año siguiente, llegaría nuevamente la polémica al festival ya que la Concha de Oro fue para «Ewa chce spac» del polaco Chmielewski frente a la gran candidata «Vértigo» de Alfred Hitchcock. 1963, el festival vuelve a perder su máxima categoría (A), aunque por poco tiempo, puesto que la recupera al año siguiente.
Durante la dirección del festival por parte de Luis Gasca, éste se sume en una grave crisis que produjo una considerable pérdida de prestigio. En 1985 Diego Galán retoma la dirección del certamen, devolviéndole la merecida atención internacional e instaurando como novedad el Premio Donostia.
A partir del año 2000, el Festival de Cine de San Sebastián cuenta con la inestimable presencia del gran Woody Allen, quien lo utiliza para la presentación, a nivel internacional, de sus películas.
El espíritu de la colmena
En el año 1973, la Concha de Oro fue para la película de Víctor Erice «El espíritu de la colmena». La película está ambientada en la posguerra española y cuenta la historia de Ana, una niña que después de ver «Frankenstein», queda fascinada por el monstruo al que tratará de encontrar.
Según Víctor Erice: «El título, en realidad, no me pertenece. Está extraído de un libro, en mi opinión, el más hermoso que se ha escrito nunca sobre la vida de las abejas, y del que es autor el gran poeta y dramaturgo Maurice Maeterlinck. En esa obra, Maeterlinck utiliza la expresión ‘El espíritu de la colmena’ para describir ese espíritu todopoderoso, enigmático y paradójico al que las abejas parecen obedecer, y que la razón de los hombres jamás ha llegado a comprender»
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