De lo particular, lo universal. La metonimia está muy bien valorada en el género documental, y con razón. Si de lo que se trata es de representar un universo inasible -inconmensurable- formado por todas las realidades materiales, ideales y espirituales que nos componen, es preciso seleccionar bien las más significantes.
Alphonse Zannou, natural de Benín, vive en España desde hace cuatro décadas. Aquí, mediante la venta ambulante, ha conseguido criar a su hijo Santiago, que hoy es director de cine. Conocido sobre todo por la «goyificada» película «El truco del manco», Santiago se ha lanzado ahora a la dirección de documentales, con uno sobre su padre.
«La puerta de no retorno» cuenta el regreso de Alphonse, tras estas cuatro décadas, a Benín. Es un viaje de ida y vuelta, porque la puerta se cerró tras él cuando vino a Europa y no todos le esperan con los brazos abiertos, ni los vivos, ni los muertos. Porque en Benín, gracias al Vudú, «cuando los muertos hablan, los vivos saben cómo oírles».
Pero Alphonse necesita ahora, casi ciego, golpeado por la edad, la soledad y la conciencia, arreglar las cuentas con el pasado.
Así, de una única historia emergen (como por arte de metonimia) todas las historias: la lucha, la necesidad, la verdad -la mentira-, el rechazo, la calumnia, la magia, el compromiso, la incapacidad, el amor, la paternidad, el dolor, la soledad, la migración, la pobreza, la vida… Y la muerte, claro.
«La puerta de no retorno» acaba de estrenarse. Se proyectará en cines. Y de la recaudación en taquilla dependerá que sus autores conserven -o no- sus casas recién hipotecadas.
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