Smart TV

La televisión sigue evolucionando y el destino parece claro: integrarla en Internet. Los fabricantes más importantes de televisores se han puesto de acuerdo y el resultado es «Smart TV», un completo centro de entretenimiento para nuestro salón, desde el que podamos acceder a un infinito número de aplicaciones online.

Un entorno único para todos los televisores, con independencia del fabricante, garantiza un manejo similar en todos los casos y por tanto una experiencia de usuario más sencilla. Los programadores podrán realizar sus aportaciones y el usuario tendrá la posibilidad no sólo de ver los canales tradicionales, sino de alquilar películas, jugar, escuchar música y cualquier otra funcionalidad que los desarrolladores sean capaces de inventar. También incorpora un sistema de recomendaciones basado en las preferencias del usuario y la posibilidad de manejar el televisor desde nuestro teléfono móvil, a través de la red wifi.

Inicialmente, Smart TV sólo estará disponible en la gama alta de televisores Philips, Sharp, Loewe y LG, pero el mercado parece caminar en esa dirección y no tardaremos mucho en ver televisores de gama media que incorporen este sistema.

 

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La distribución cinematográfica parece que por fin está evolucionando hacia un modelo sostenible. El DVD está agonizando y el Blu-Ray ni siquiera ha conseguido levantar cabeza. Los video clubs que han conseguido sobrevivir en esta etapa de transición lo han hecho gracias al sistema de cajeros 24 horas que también amenaza con extinguirse. Los avances tecnológicos han traído consigo un colapso del modelo económico y un cambio del sistema cultural y ya no hay vuelta atrás.

En España, el 99 por ciento de las descargas de cine por Internet incumple la Ley de Propiedad Intelectual, según Rafael Sánchez, director de Filmotech. Y esta situación está arruinando al sector. Netflix se perfila como la alternativa legal al pirateo. Es un videoclub online, con más de 100.000 títulos, que cobra a sus suscriptores una cuota mensual por descargar películas y series. Su implantación en España está prevista para enero de 2012 y el precio mensual de este servicio se calcula en torno a los 15 euros. En Estados Unidos, las cifras les avalan, puesto que el 22 por ciento de todas las descargas de vídeo correspondieron en marzo de este mismo año a Netflix. Y a nivel mundial, ya cuentan con 22,5 millones de suscriptores.

El problema es que la cultura de la piratería ya ha calado muy hondo en España y va a ser muy difícil modificarla. Plataformas como Megavideo, en conjunción con portales como Cinetube ofrecen un servicio mucho más completo, que no se reduce a 100.000 títulos, sino que es infinito y está permanentemente actualizado, con todo tipo de películas y series, aplicaciones, juegos, libros y música. Todo gratis. Pero también ilegal.

En cualquier caso, no deberíamos perder de vista el gran privilegio que supone poder acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar a una filmoteca infinita. El crecimiento cultural que implica es inmenso. Un sueño para cualquier cinéfilo. Una escuela universal. Renunciar a él sería una necedad (¡no lo hagamos!), pero regularlo es una necesidad.