Cazadores de corrupción

«Cazadores de corrupción. La red», dirigida por Hege Dehli. El CMI Ateneo de La Calzada proyectará gratuitamente este documental el próximo miércoles 26 de junio a las 19:30.

Según el Banco Mundial, cada año se pagan un trillón de dólares en sobornos en todo el mundo. ¿Es posible juzgar y condenar a los culpables? El Documental del Mes nos acerca a «La Red», un organismo internacional creado para luchar contra los grandes casos de corrupción política y empresarial, un grupo de trabajo exclusivo formado por los cazadores de corrupción más profesionales y osados del mundo. Una corrupción -por otra parte- internacional y a gran escala que requiere -por lo tanto- soluciones internacionales y a gran escala.

Con este objetivo y la voluntad de apoyarse mutuamente, cada seis meses, veinte fiscales e investigadores de todo el mundo se encuentran para buscar nuevas herramientas con las que luchar contra la corrupción y desarrollar conjuntamente las mejores estrategias.

Entrada libre hasta completar aforo.

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El nuevo mundo

Julián Muñoz y la Pantoja, la guerra en Siria, Urdangarín, la infanta, Bárcenas y el Coco; las preferentes…

La sociedad, entendida como sistema, está sujeta a fuerzas que la dirigen por terrenos intempestivos. Están las fuerzas del Lado Oscuro -muy poderosas- y las del Lado Luminoso -más poderosas aún, o eso queremos-, en perpetua batalla.

España lava la ropa

Durante años, por lo que se ve, aquí ha robado todo el mundo, las cosas se han hecho de mala manera y todos hemos mirado hacia otro lado. Ahora nos percatamos de que olía tan mal -nuestra ropa- que lo raro es que alguien se acercara a nosotros.

Pero queremos estar limpios y perfumados -o al menos el Lado Luminoso así lo quiere- de manera que algunos de nosotros (con una mención especial para los jueces) hemos sacado nuestro arsenal y nos hemos encomendado a la tarea de dejar la nación sin mácula.

«El origen del mundo» Gustave Courbet

A qué precio

Porque los sirvientes del Lado Oscuro no van a permitir que arrojemos Luz sobre sus turbios asuntos. Tendremos que sacrificar buenas dosis de esperanza, fe, entusiasmo -¡ánimo!- para conseguir nuestros objetivos. Ésas son nuestras armas, las que nacen de lo más luminoso, las que nos permiten levantar el vuelo después de la catástrofe.

Y el equilibrio

O la homeostasis, es el proceso por el cual podemos anunciar que la época que viene será luminosa. Es tanta la oscuridad que ha inundado -que inunda- el mundo, que el orden natural dicta necesariamente una reacción contraria. Y en ello estamos.

De los papeles perdidos…

El Centro Integrado de El Llano (Gijón) nos ofrece hoy día 15 de abril a las 19:00, la película «Muerte de un corrupto», dirigida por Georges Lautner e interpretada por Alain Delon, Ornella Muti, Stéphane Audran y Klaus Kinski entre otros.

Marénchal es un hombre de negocios que acepta encubrir a un amigo, quien le confiesa el asesinato de un artista, virtuoso de la corrupción y del chantaje. Marénchal se encontrará en medio de una maquinación en la que políticos y gángsters estarán dispuestos a cualquier cosa con tal de recuperar un expediente perdido.

Al finalizar la proyección, habrá una mesa de debate con el título «De los papeles perdidos o la corrupción que no cesa».

La entrada es libre hasta completar aforo.

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Archienemigos

Con todos los esfuerzos que estamos haciendo por levantar el país, bien podría el pueblo agradecer nuestros desvelos. Nosotros, que estamos enteramente entregados a la causa pública, a la Constitución, a los Derechos Humanos, ¡a la libertad!; que apenas cobramos y que no anhelamos ni poder ni gloria. Nosotros, que mantenemos a raya a los verdaderos enemigos, que procuramos la bonanza económica, que velamos por los necesitados, deberíamos ser, si no alabados, sí al menos reverenciados.

Archienemigos

Y mientras tanto, mientras que nosotros levantamos el país, otros se lucran en la sombra. Trapaceros que hinchan sus bolsillos gracias a nuestra impecable gestión, vagos que fingen investigar y que encima piden becas, huraños ávidos de negocio, vendedores de cualquier cosa a cualquier precio… Archienemigos de la Patria, eso son, avariciosos miserables venidos a más. Los conocemos como «trabajadores autónomos», pero deberíamos llamarlos «demonios», «diablos», «Belcebú en persona», porque no existe mal mayor.

Afortunadamente, hemos encontrado el modo de frenar sus ansias expansivas. En el Reino Unido aún no se han dado cuenta, pero el mejor modo de deshacernos de esta panda de emprendedores es fijar unas tasas que impidan su actividad. Luego también podemos complicar los trámites, despojarles de su derecho a un subsidio de desempleo, negarles el crédito, y cosas así.

Y de este modo, abatiendo a nuestros archienemigos, conseguiremos por fin implantar un nuevo régimen en el que nosotros, los elegidos, ocupemos el lugar que nos corresponde.

Telemadrid se revuelve

Sucede con los periodistas que a veces levantan la voz. Y la voz de los periodistas, todo el mundo lo sabe, puede llegar muy lejos: es su trabajo. Cuando a la labor de los periodistas se une la de editores, grafistas, actores de doblaje, entonces la potencia de sus mensajes se multiplica.

Ayer se publicaba el vídeo que abre la página. Es una animación realizada sin duda por trabajadores de Telemadrid que, indignados, han decidido denunciar lo que a sus ojos es una tropelía, esto es, la gestión que durante los últimos años se ha efectuado de la cadena pública. Censura, nepotismo, despilfarro y- en definitiva- corrupción son los males que aquejan, según el vídeo, al Ente.

Autonómicas

El modelo de televisión pública regional está en crisis. Con las arcas vacías, la esfera política cuestiona la importancia de este servicio público frente a otros como la Sanidad o la Educación, cruda y duramente recortados en sus presupuestos. Y es que ver la tele no es tan importante como ser convenientemente operado de apendicitis.

Los recientes cambios en la Ley General de la Comunicación Audiovisual permiten además que las televisiones autonómicas externalicen toda su producción (la Ley dice textualmente que «las Comunidades Autónomas podrán acordar transformar la gestión directa del servicio en gestión indirecta, mediante la enajenación de la titularidad de la entidad prestadora del servicio»).

No se han hecho esperar, los cambios en la gestión. De hecho, desde la publicación de la nueva Ley en agosto de este año, ya tres televisiones autonómicas han decidido recurrir a este modelo de televisión pública íntegramente producida por empresas privadas. En concreto, son la televisión extremeña, la aragonesa y también (en esta misma semana se anunciaba) la balear. Y curiosamente, en los tres casos citados, la empresa adjudicataria ha sido Vértice 360º.

Modelo público-privado

En nuestro editorial titulado «De la televisión» citábamos algunos puntos que nos parecen esenciales a la hora de replantearse el estatuto de las televisiones públicas. Ahora, a la luz de este vídeo, conviene que incidamos un poco más en el modelo de producción.

Los indignados realizadores del vídeo proponen que la programación de Telemadrid sea íntegramente producida por los trabajadores de la cadena. Obviamente, si una televisión tiene recursos propios disponibles, carece de sentido que los desaproveche. Externalizar tareas que podrían ser realizadas por trabajadores internos es pagar dos veces por el mismo producto. Y hasta ahí tienen razón.

Sin embargo, lo que el vídeo parece no tener en cuenta es el hecho de que muchas televisiones autonómicas están sobredimensionadas, es decir, son mayores de lo necesario. El caso claro es el de la valenciana Canal 9, donde acaban de deshacerse de 1200 empleados. Para que os hagáis una idea de lo desproporcionado de esta cifra, diremos que la plantilla completa de TPA -la autonómica asturiana- ronda el centenar de empleados. Claro que la Comunidad Valenciana y Asturias son dos regiones bien distintas en cuanto a tamaño: el Principado cuenta con un millón de habitantes y la Comunidad Valenciana, con cinco. Pero las cifras siguen sin cuadrar.

¿Y por qué han crecido tanto algunas televisiones autonómicas? Pues la respuesta no es sencilla y no se debe a un único motivo, pero hay que tener en cuenta la componente sociohistórica: Canal 9, como Telemadrid, o la vasca, o la catalana, o la gallega, nacen en una situación bien distinta a la actual; Internet no existía (o al menos en España nadie lo usaba), la TDT tampoco, ni los operadores de cable. Y por esa razón, crecieron mucho -al igual que Telecinco o Antena 3- para cubrir una demanda que con el tiempo ha desaparecido o, mejor dicho, se ha diseminado entre la múltiple oferta televisiva. Así que ahora, ante la nueva situación -del mismo modo que ya hicieran Telecinco o Antena 3- están obligadas a redimensionarse, si quieren sobrevivir.

Las privadas, por su parte, han aunado fuerzas, han adquirido más canales -que sirven para reciclar contenidos ya emitidos-, han apostado decisivamente por Internet como vía de difusión y, en definitiva, han cambiado su modelo de negocio hasta adecuarlo a los nuevos tiempos. Porque así son las empresas, quizás despiadadas, quizás salvajemente capitalistas, pero indudablemente más flexibles (y rápidas en sus reacciones) que el Estado. Y al Estado (con sus múltiples comunidades autónomas) ahora le toca decidir cuál ha de ser el tamaño de sus televisiones públicas y qué posición deben ocupar en el tablero de juego.

Designar a una única empresa privada para que gestione íntegramente una televisión pública, a nuestro entender, es una salvajada. Sobre todo si los trabajadores que ganaron su oposición van a ser despedidos, o recontratados por la empresa adjudicataria. Pero también porque una televisión autonómica surge, entre otras cosas, para contribuir a desarrollar el tejido industrial de una región, es decir, para crear empresas, empleo, riqueza. Si solo hay una empresa beneficiada, ¿qué clase de crecimiento es aquél?

El modelo ha de ser, entendemos, diferente. Partiendo de una gestión pública de los recursos públicos, la empresa privada no puede convertirse en un convidado de piedra: tiene mucho que aportar. Y desde este modelo público-privado, las reformas estructurales de las televisiones autonómicas deberían pasar por una adecuación de la programación a las necesidades reales (no pasa nada por no emitir las 24 horas), una mayor colaboración entre distintos agentes (FORTA, FORTA), un (re-)aprovechamiento de los recursos disponibles y una ambición de excelencia como guía última de sus acciones (publicidad de las contrataciones, calidad de los contenidos, rigor de las informaciones, independencia de los periodistas…).

Pero como esto, que se sepa, no ha sucedido más que en la BBC, podemos esperar sentados.

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A tiros

Hablemos un poco de la coyuntura, que no todo va a ser estructura.

Miedo da cuando se levantan los mineros. Y pena que no hayamos aprendido nada hasta ahora. No nos engañemos, el movimiento obrero está detrás de las dos guerras mundiales del siglo pasado, de los millones de muertes que en ellas tuvieron lugar y de las represoras dictaduras que las sucedieron. Que el movimiento obrero esté detrás no quiere decir que tenga la culpa, ojo.

Las protestas siempre empiezan tímidamente, pero nunca se sabe cómo acaban. Los dirigentes del siglo XXI deberían haber aprendido algo de los del siglo XX, y es a escuchar al pueblo. No lo han hecho y ahora, los mismos que se levantaron entonces, están cortando carreteras.

La cuestión es que esta vez los mineros no han sido los primeros en levantarse y además, no tienen tanta razón como en el siglo XIX. Ahora protestan, no porque las condiciones de trabajo sean extenuantes, o los salarios insuficientes, sino porque hay una reconversión económica en marcha que los deja sin trabajo. Definitivamente. La minería, por si aún estaban pensando en dedicarse a ella, no es un negocio próspero en España, esto se sabe desde hace años.

En cambio, esta vez, los primeros en levantarse han sido los jóvenes, los tímidos estudiantes, los desempleados, los -así llamados- «indignados». Ellos han iniciado las protestas, en el marco del bien conocido «15-M», y han encontrado en la comunidad intelectual fuertes alianzas, formando un movimiento pacífico, asambleario, apartidista y transparente que ha conseguido una presencia indeleble en la conciencia de la población. Su lema es «Democracia real ya», algo bastante legítimo, por otra parte.

Ahora, un año después, los mineros se suman a las protestas, pero las suyas no son pacíficas. Barricadas desde el primer día de huelga e incidentes de todo tipo jalonan las páginas de los periódicos. ¿No se ve venir?

Pasividad y fatalismo

Los teóricos llevaban años sorprendiéndose de la pasividad española. Esto era como una fiesta en la que no ponen música, no ponen bebida, no ponen gusanitos y nadie dice nada, nadie se queja. Y encima, pasan la gorra para pedir una contribución. La tolerancia de los españoles con el engaño es tremenda. El mapa de la corrupción es vergonzoso y hasta hace bien poco no había un movimiento organizado para ponerle freno. «Las cosas son así» o «haríamos lo mismo si estuviéramos en su lugar» eran las consignas base de ese pensamiento fatalista.

Pero ya no. Ahora sabemos que con nuestros impuestos no basta para pagar las comisiones de los banqueros: tenemos que pedir 100.000.000.000 de euros más a la Unión Europea (ponemos todos los ceros para que se vea la magnitud del asunto), que no sabemos muy bien cómo devolver (ni queremos hacerlo). Nos están robando, nos están endeudando y lo estamos viendo.

La prisión caliente

Y salir a la calle parece ser la única alternativa. Los pequeños empresarios -según las estadísticas– estamos sosteniendo el país. Los llamados «emprendedores» intentamos generar nuestros propios puestos de trabajo, emplear a otros cuando podemos; apostamos por nuestra capacidad para salir adelante, pero cuesta muchísimo. De lo que facturamos, un enorme porcentaje se destina a impuestos y no podemos tolerar que ese dinero vaya a parar a los bolsillos equivocados.

Como en las cárceles, cuando la cosa se calienta, se calienta, y acabamos a tiros. Muchos seguidores del 15-M estarán en estos días tentados de sumarse a los piquetes de los mineros, de dar el paso hacia la desobediencia civil. Y de la desobediencia civil a la guerrilla -o al terrorismo-, hay una línea muy fina, no lo olvidemos.

Por eso, seamos cautelosos. Atendamos a la estructura, sin perder de vista la coyuntura. Pensemos que los sistemas sociales son eso, sistemas, en los que intervienen diversos agentes. Que los sistemas están sujetos a fuerzas como la homeostasis o la entropía. Que imponen sus propios tiempos. Y que sus procesos constructivos suelen ser lentos.

El movimiento 15-M no es la panacea, pero es algo. Cualquiera que esté más o menos al corriente de lo que está sucediendo a nivel macroeconómico coincidirá con ese movimiento, al menos, en ponerle freno a la corrupción y a la hegemonía de los mercados financieros. Caminemos en ese sentido. Colaboremos en lo que podamos, construyamos. Que, con la destrucción, con la guerra, tenemos mucho que perder.

Hay muchísima documentación al respecto. Os dejamos un documental producido por ADICAE (Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros) en el que se afina bastante y se delimita un contexto histórico. También os dejamos el enlace al canal del movimiento 15-M, en el que periódicamente se publica una agenda de actividades. Y también os dejamos nuestro compromiso de no tirar cócteles molotov contra nadie. ¿Os sumáis?

Análisis técnico del «rescate»
Canal 15-M

La sauna

(Sobre la huelga general del 29 de marzo, las elecciones asturianas del 25, el movimiento 15M, Garzón, las políticas vigentes, Dios, el mundo, el hombre… Es decir, sobre fenómenos metafísicos).

El pueblo está crispado. El mejor indicador es la cháchara que se mantiene en esos lugares semipúblicos donde la gente se reúne durante un rato para hacer algo. Las peluquerías son el ejemplo clásico, pero hay otro ejemplo mejor y mucho más poético: las saunas. Aunque las «instrucciones para un correcto uso de la sauna» recomiendan no hablar en su interior -porque se cargan las vías respiratorias- es raro que los usuarios guarden silencio; y por algo será.

Nos referimos aquí a las saunas municipales -a esas que son casi gratuitas- y no a las opulentas saunas de balnearios, spa y talasocentros, que son muy diferentes, no porque haga más calor en su interior -que no lo hace: 90 grados en las municipales es una buena cota-, sino porque el visitante allí es ocasional. En las saunas municipales, en cambio, los usuarios somos habituales, nos conocemos, aunque sea de vista. Y qué vista.

Como en Roma, hace un par de milenios, las conversaciones en las saunas, entre hombres libres, versan eminentemente sobre deportes (gladiadores-futbolistas), y sobre eso a lo que entonces se llamaba la Res Publica, es decir, «la cosa pública», el Estado. Que si el Sporting, que si crisis, que si desempleo, que si corrupción, que mira Urdangarín -y mira la infanta, que se va de rositas-, y mira el Barça, que eso no se hace, y más recortes, y más corrupción (casos hay de sobra) y Garzón y la cama que le han preparado y ¿te acuerdas de Manolo?, pues le han echado a la calle, con 50 años, tres hijos y la hipoteca, y vamos a tener que emigrar, dígotelo yo, mira mi hijo, en Alemania está.

Como se verá, la cosa no ha cambiado mucho desde aquellos tiempos precristianos: estamos de acuerdo en el sudor y en los apuros, pero de poco sirve. Por mucho que sudemos, seguimos envejeciendo y por mucho que nos apuremos, la cosa pública sigue apretando. Y ahoga, sí.

La impotencia reina en la sauna, también cuando se habla de estos temas. Es igual que cuando se habla de los elementos, de la lluvia, de la nieve, del calor que hace aquí, joder, uno no espera resolverlos, por mucho que proteste. Son milenios de lamentaciones vanas y ya vamos aprendiendo. El próximo día 29, por ejemplo, la huelga general ha sido convocada. No servirá para nada, los de la sauna lo sabemos. Saldremos con buenas intenciones, con pancartas, con razón, nos harán fotos, vídeos para la tele -a ver si me veo-, y al día siguiente, todo igual. Da lo mismo que nos manifestemos, que acampemos en la plaza de la Escandalera, que votemos a unos u otros, en blanco, que no votemos, o que nos partamos el lomo a trabajar; que estudiemos dos carreras (tres idiomas y un Master), que aceptemos sueldos miserables… da igual, no importa. De nada vale.

Por ejemplo, tenemos este libro. Ha sido redactado por economistas, politólogos -por expertos, vaya-, y propone cambios concretos que se podrían adoptar -que se deberían adoptar- para superar la crisis y mejorar la vida de la población. No habla de recortes, ni de despidos, sino más bien de responsabilidades y de estructuras. Pues bien, este libro, esta propuesta pacífica y bien fundada, no sirve para nada. Valdría más publicarlo en edición impresa, en tabloide a poder ser, y buzonearlo. Así, a lo mejor conseguíamos que el mandamás de turno, en su momento de mayor inspiración (y no daremos más detalles al respecto), echara un vistazo a las propuestas de estos sesudos compatriotas y las asimilara como propias. Ni ley Sinde, ni SOPA, ni SGAE: seguro que los autores del manual estarían encantados de ser plagiados, con tal de que alguien se decidiera a arreglar el entuerto.

Estaba cerrada, el domingo pasado, la sauna. Decía el cartel que por problemas técnicos. Esperemos que los recortes no lleguen hasta ahí, porque -ojo- nunca se sabe de lo que es capaz uno cuando le despojan del pequeño espacio en el que habita, aunque sea eventualmente y con un puñado de -no menos eventuales- amigos sudorosos. Acabarían por llamar a los antidisturbios valencianos que, con esos, cualquiera dice nada. 

Tu quoque, fili mi

«También tú, hijo mío». Éstas fueron las últimas palabras de Julio César, dirigidas a Bruto, justamente antes de morir apuñalado a sus manos y a las de otros senadores que reivindicaban la República.

Ayer, una noticia coronaba todas las portadas de los diarios. Urdangarín, imputado por corrupción.

«También tú, hijo mío»…

Marco Junio Bruto, algunos años antes, había sido perdonado por César (por motivos que no vienen al caso), nombrado Gobernador de la Galia y nominado para Pretor. Su traición hacia él, hacia su Rey, hacia su padre casi (la madre de Bruto era la amante de César), ha quedado grabada en las páginas de la Historia como el paradigma de la bellaquería. Y no es para menos.

Precisamente ahora

Las arcas públicas están vacías. Una tasa de desempleo del 20 por ciento (cinco millones de parados) es suficiente para hacer tambalearse a cualquier país. La deuda española crece y cabe la posibilidad de que no podamos afrontarla. La gran mayoría de la población subsiste con sueldos que apenas cubren sus necesidades básicas y los políticos anuncian y aplican recortes en prácticamente todos los servicios públicos: Sanidad, Educación, Servicios Sociales… Los funcionarios han sufrido rebajas en sus salarios; no hay trimestre sin ERE; y sectores económicos completos han asistido a su propio derrumbe. La fuga de cerebros ya no es «fuga», sino «estampida». Así que la situación, en suma, no podría ser peor.

También tú

Y los casos de corrupción inundan las páginas de los periódicos. De hecho, ya apenas queda sitio en el mapa de España de la corrupción. Se trata de una práctica tan habitual que nadie parece extrañarse.

Queda, al menos, la sensación de que los jueces están haciendo bien su trabajo, que actúan con independencia y rigor, independientemente del puesto que ocupe el corrupto en cuestión. No obstante, igual que sucede con las cucarachas, por cada corrupto que sale a la luz, cientos aguardan en la sombra. Robando a manos llenas, sin ser vistos, a cara de perro.

Hijo mío

Pero Urdangarín… Urdangarín no, por favor. Que robe el yerno del Rey no tiene perdón. Si la figura de la Monarquía ya sólo tiene valor testimonial -simbólico- porque la Familia Real ni gobierna, ni legisla, ni juzga, lo mínimo que se puede pedir es que no robe. A España le cuesta aproximadamente ocho millones y medio de euros al año mantener este símbolo y los paisanos hacemos la vista gorda todo lo que podemos. Porque sí, porque nos interesa que la Familia Real sea tan pulcra y perfecta como a todos nos gustaría ser. Porque ha de ser la familia que esté más cerca de Dios -de la pureza- y la Patria que encarna no puede -no debe- ser menos sagrada.

Bruto acabó suicidándose. Al estilo de Áyax, el héroe griego que -por engaño de los dioses- asesinó a sus prójimos: se lanzó contra su propia espada. Aunque el mal, por mucho honor que entrañara ese gesto, ya estaba hecho.