Francamente

Hablan de memoria histórica… Pero ¿qué es?

Se disputan la iconografía de calles y plazuelas, derriban monumentos para luego reconstruirlos porque Patrimonio dice que de qué van, que no se puede ir así por la vida; prohíben hacer mofa de los símbolos nacionales, manifestarse frente al Congreso, fotografiar a la policía en plena carga ciudadana. Prometen gobernar para todos pero luego resulta que solo para los suyos y que aquí aún falta la revolución obrera y la dictadura del proletariado y que sin sangre nunca se consiguió nada y ya veremos si en las siguientes elecciones el pueblo ignorante se da cuenta de quiénes son los buenos. Roban hasta quebrar un país, se pasan a la torera las leyes de financiación de partidos, las leyes fiscales y las leyes en general. Detienen a dos pobres diablos por hacer un espectáculo de marionetas y los dejan ahí, en prisión, como si fueran terroristas de los que matan a gente en aeropuertos. Cambian la lengua a su antojo y donde antes había «imputados», ahora «investigados» y lo que era crisis y ruina y deuda con Europa, ahora es salida de la recesión, oportunidades de emprendimiento y vínculos transnacionales.

Nos toman por tontos y es ofensivo.

La memoria histórica es precisamente eso: saber que tonto, precisamente, no eres. Que pueden pintarlo de naranja o de verde, pero el latrocinio es latrocinio, la dictadura es dictadura (aunque sea del proletariado) y la discriminación positiva no existe.

Franco tiene el culo blanco

Y pueden detenernos y meternos miedo. Pueden asfixiarnos. Pero no nos van a engañar.

Hoy os traemos memoria histórica en estado puro. No está subvencionada por la Unión Europea, ni por sus estados miembros (y «miembras»), ni por ninguna Comunidad Autónoma, región, país, nación, ni fundación de ayuda a personas con déficit de atención cruzada. Está hecha por el pueblo llano, que no se deja engañar. Que es pobre, pero también honrado. Y que se ríe de toda esta panda. Por no llorar.

Con todos vosotros, «Francamente».

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Los pedorros

Presentamos «Los pedorros», la última creación de nuestro amigo Mariano Aguirre de la Troupe del Cretino, en colaboración con Bárbara Ambite (Calas), Sara Gallego, Daniel López Gismero y Ángela Ríos. Se trata de una versión de un cuento tradicional africano, narrada a través de fotografías, dibujos y palabra hablada.

Pongan atención: sus pituitarias podrían resentirse.

El lahustic

Oíd, buenas gentes, oíd la triste nueva. Oíd, señores y damas; oíd, villanos y villanas; y vosotros también oíd, mesócratas de la clase media: oíd ahora los lais de la poetisa Marie de France y de entre todos, éste, sobre Maese Ruiseñor, sobre el amor y sobre la guerra.

Oíd nuestra enhorabuena, al cretino y a su troupe; a estas gráciles danzantas; a Jorge Roig y a Andrés López-Herce, recién egresados de la escuela. Oíd nuestra enhorabuena.

Y oíd ahora esta historia, sobre Maese Ruiseñor, sobre el amor. Y sobre la guerra.

La escribió Marie de France, 800 años antes de que vuestros abuelos nacieran.

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Revolución

Quinto y último capítulo de la primera temporada de «La venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito», una chorrada impresionante. Esta obra nos encumbrará y nos convertirá en personas millonarias, lo tenemos claro. Aunque de momento hemos de reconocer que, entre nuestra audiencia, hay división de opiniones: unos se cagan en nuestro padre y otros, en nuestra madre.

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El código del buen juglar

¿Para qué sirve un actor?

Si nos remontamos un poco -un poco bastante-, veremos que, en la Grecia clásica, antes incluso de que se inventara la escritura, los actores servían para comunicar unos pueblos con otros, ofreciendo información de lo que por allá acontecía; para transmitir una serie de usos y costumbres (una moral); pero fundamentalmente, para entretener, para divertir.

Aquellos «aedos» griegos -pues así se llamaban- tenían en el pueblo la consideración, si no de dioses, sí de enviados de los dioses. Era magnífica su capacidad para recordar aquellas largas historias en verso (verso no rimado: el verso era un truco mnemotécnico), y constituía un privilegio tratar con alguien tan cercano a las musas.

Después, llegó la escritura. Y los actores fueron progresivamente perdiendo ese halo de sacralidad, para convertirse en comunes mortales, en profesionales que -con mayor o menor fortuna- encarnaban un personaje.

Hoy, la ciencia mercadotécnica impone, frente a esas concepciones previas, el actor de «casting». No es ya una entidad sagrada que trae un mensaje de lo divino. No es tampoco un profesional de la escena que representa a un personaje. El actor de casting es, en sí mismo, el personaje. Si necesito a un calvo, contrataré a un calvo. Si necesito a un tonto, contrataré a un tonto.

El juglar

De manera que el actor profesional, el actor serio, que se plantea estas cosas y que quiere dignificar su trabajo, hoy lo tiene crudo:

-Puede intentar jugar al «star system», que lo convertirá -si tiene suerte, contactos y «da el perfil»- en un enviado de los dioses (¡oh, George Clooney!) y en un transmisor de la moral prescrita (los ejecutivos vestimos de Armani).

-O puede jugar a ser libre.

Boadella

Y el perfecto ejemplo de lo segundo, lo tenemos en Boadella. Jugó desde siempre a ser libre, a dignificar su trabajo, a convertir el arte en Arte. A divertir.

Sí, pero también a hacer pensar… Y a ver qué pasaba.

Y pasó que fue despreciado, obstaculizado, censurado, encarcelado, exiliado, amenazado de muerte, agredido y al final, cuando hubo resistido todo ello, nombrado director artístico de los teatros del Canal.

También fue aplaudido, sí. Pero no mezclemos.

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Shakespeare

Tercer capítulo de nuestra mini-web-serie «La venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito», una chorrada impresionante.

«En el juego se ventilan otras cosas que van mucho más allá de ganar o perder».
«Julio Cortázar: Mundos y modos»

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¡Qué lata de tiempo!

Primer capítulo de nuestra mini-web-serie «La venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito», una chorrada impresionante.

Realizada en colaboración con La Troupe del Cretino, pretende ser un homenaje al teatro de variedades, un género menor pero muy rico, puesto que bebe del absurdo, de lo picante no ofensivo y pone en escena a personajes que, debido a lo tontos que son, sirven como caricatura de tantos y tantos «triunfadores» contemporáneos. Un antídoto para la grandilocuencia, la puerilidad y el narcisismo imperantes.

En este capítulo, la señorita Milíbilis, que se encuentra muy preocupada por el mal tiempo, recibe un inapreciable consejo del bueno de don Jaravito.

Próximamente, más capítulos en dokult TV, ¡no os los perdáis!

Gran estreno en Madrid

El próximo viernes 14 de febrero estrenamos en Beer Station Madrid, a las 19:00, “La venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito”, una chorrada impresionante.

Se trata de una mini-serie cómica concebida para su difusión gratuita a través de Internet (así que si no podéis ir al estreno, no pasa nada, la publicaremos más adelante). Se compone de varios capítulos breves y está protagonizada por estos dos personajes, la venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito, encarnación de la inocencia más absurda y herederos del mejor teatro de variedades. Os dejamos un pequeño adelanto…

http://youtu.be/OIAL6taDFx4

Sin miedo

«En los ojos del joven arde la llama, pero, en los del viejo, brilla la luz». (Víctor Hugo, «La leyenda de los siglos»)

«Juliette Binoche, una mirada íntima» es el título del documental que hoy os traemos. Aunque la traducción del título no sea muy acertada (hubiera sido mejor «Los ojos de Juliette Binoche»), no os dejéis engañar, porque la película es muy valiosa.

Se trata de uno de los acercamientos más honestos a un personaje público que podemos concebir. Pensemos que los grandes rostros del cine, por lo general, cuentan con un margen de maniobra muy estrecho: determinadas apariciones públicas (otras no), asociación a ciertas marcas (y a otras no), etc.

En familia

Pero lo que hace tan singular a este documental es que ha sido dirigido por la propia hermana de Juliette, Marion Stalens, y por tanto arroja una mirada sobre la actriz que traspasa el mito y casi la carne, podría decirse.

¿Qué tiene Juliette? ¿Es sencillamente una mujer bonita? ¿Es la fama acaso? ¿Podría ser una mera cuestión de técnica teatral, o un éxito de la ciencia mercadotécnica? Nuestra respuesta es categórica: no. Y la mirada que su hermana posa sobre ella viene a corroborarlo.

Mirar

Cuando uno mira, al final ve, y Juliette Binoche mira constantemente. Se trata de una cuestión de voluntad, en última instancia, de querer saber, de desear comprender aquello que está fuera de su entendimiento. Y en ese proceso, crece, se hace mayor, evoluciona.

Pero para comprender de verdad, es necesario desprenderse de estereotipos, de prejuicios, de falsas cosmologías que se interponen entre el observador y lo observado. Hay que desnudarse, ser humilde, olvidarse de uno y nacer en el otro.

Mostrarse

Y eso hace Juliette con sus personajes: los explora hasta hacerlos suyos, hasta que no hay diferencia entre ella y su otra ella, hasta que consigue una total identidad entre lo que siente la actriz y lo que siente el personaje.

Obviamente, Juliette Binoche es una profesional: sabe posar, conoce la técnica, domina su cuerpo, y lo aprovecha, pero su grandeza no radica tanto en eso -en su oficio-, como en la capacidad que tiene para mostrarse con humildad. Porque la cámara da miedo -ella misma lo reconoce-, se adentra en la persona, la cámara capta la verdad, y si queremos transmitir amor, por ejemplo, o ternura, no podemos sentir miedo.

Iluminar

Y así, todo su trabajo se llena de luz. Baile, pinte, actúe o cocine, da igual, Juliette es brillante, su entrega es total, verdadera, íntima. No es el cuerpo lo que apasiona de ella, es el alma. No es la boca, sino la sonrisa, no los ojos, la mirada. Un alma tan pura que se ve en todo lo que hace y que sí, sencillamente, permea, con naturalidad, todo lo que toca.

Ver documental en la web de TVE

Conferencia dramatizada sobre Commedia dell’Arte por Antonio Fava

(entrevista realizada en febrero de 1999)

En un intento por demostrar que el género teatral, ya legendario, de la Commedia dell’Arte italiana aún provoca la carcajada en el público de todas clases, el actor calabrés Antonio Fava, discípulo directo del Nobel Dario Fo y de Lecocq, ofreció el día 18 de febrero [de 1999] en el Café del Infante de Villaviciosa de Odón (Madrid) una conferencia dramatizada sobre la citada disciplina.

Fava, creador de todas sus obras, incluidas las máscaras que emplea en las representaciones, y teórico del teatro, explicó minuciosamente las bases fundamentales del género que practica, presentó a sus personajes más singulares y contestó a una ronda de preguntas de los asistentes.

«La Commedia dell’Arte reconoce los errores útiles y los aprovecha» explicó el reconocido autor cuando comparaba un fallo escénico con la Torre de Pisa: «La Torre es un error, pero en ese error radica su belleza. Sucede algo similar si suena un teléfono en el teatro, o si se apaga la luz» y añadió que el cómico le saca partido a esa situación, mientras que un actor de texto se suicidaría si le ocurriera algo así.

«El texto es un obstáculo para el desarrollo poético del actor. El actor de texto se aprende el papel como un papagayo» nos comentaba el mascheraio, que opina que la televisión ha matado al teatro y que además ahora invade lo poco que queda de él, e inunda la escena con recursos televisivos.

El maestro criticó también a los comediantes que intentan una interactividad mayor con el público que la producida en meros términos de complicidad: «El público no debe estar asustado. Tiene que participar, pero como cómplice. El cómico tiene que observar al público y actuar en consecuencia con él». Agregó también que le gusta mucho acudir como espectador al teatro, pero busca teatro claro y, si no lo es, aprovecha la menor oportunidad para marcharse.

fava

«Los actores no tenemos una personalidad definida, lo único que nos une a todos es el aplauso del público» expuso el creador de «Vida, muerte y resurrección de Pulcinella» y argumentó que le resulta imposible comunicar con algunos actores, en términos artísticos, por lo diferente de su manera de trabajar.

En lo que concierne a su formación como actor, comentó que ya su padre cultivaba un género parecido al suyo hace mucho tiempo, con maneras muy específicas de divertir, pero de quien más aprendió fue de Dario Fo, el cual, a su modo de ver, destaca mucho más en la escena que con la pluma: «Dario es genial, único. Sus escritos a veces son geniales, a veces no, pero en escena siempre es maravilloso».

«La Commedia dell’Arte improvisa, no se atiene a textos escritos, pero sí a la personalidad de cada personaje, que representa un carácter humano, y no social como se piensa. Esto es lo que fomenta la universalidad de este género» comentó Fava, y recordó también que cada verano imparte cursillos intensivos en los que, fundamentalmente, enseña a sus pupilos a dominar la máscara.

El comediante declaró: «Es importante también que un artista haga en escena todo lo que sabe hacer», a lo que agregó que él se siente muy afortunado porque sabe hacer muchas cosas, aunque no todas al mismo nivel.

Fava, hablante de cinco lenguas a la perfección, se refirió a ellas diciendo: «Las he aprendido a base de viajar, actuar en distintos países y amoldarme a diferentes sistemas culturales» y nos confesó que le resultaba fácil acoplarse a las distintas maneras de vivir de la gente en los lugares que había visitado.

Añadió también que no había observado una diferencia tan radical como cabe esperar entre los públicos de las distintas zonas europeas: «Más que diferencia de público entre países, he observado una disparidad muy pronunciada entre la gente de pueblo y la de ciudad, incluso viviendo en la misma zona».

El maestro se despidió, dejando buen sabor de boca en los espectadores, los cuales disfrutaron intensamente de cada minuto de la conferencia.