Educar y compartir

Hay muchos mundos en el mundo. Nuestra función, la de los periodistas, es la de acercarnos a esos mundos que componen el mundo, observarlos e intentar comprenderlos, para poder luego, con fundamento, hablar sobre ellos. Ciertamente, se trata de una tarea difícil, porque el periodista -como el maestro Liendre-, en este acercarse y alejarse de realidades tan diversas, termina siendo aquél que «de mucho sabe, pero de nada entiende». Pero también, por la misma razón, se trata de una tarea muy rica y muy dinámica, puesto que en cada acercamiento uno aprende cosas importantes.

A lo largo de nuestra carrera, hemos tenido el privilegio de entrevistarnos con personas de gran relevancia, representantes de mundos muy distintos y en general apasionantes -investigadores, artistas, empresarios, activistas, pop stars…- que nos han abierto las puertas de sus respectivos micromundos y nos han enseñado sus entresijos, para que pudiéramos conocerlos. Y el contraste para nosotros es sorprendente, porque en general todos son encantadores, pero ciertamente muy diferentes. Somos -nosotros- una especie de «traductores», «intermediarios», o si se quiere «mensajeros», que no se sitúan en un lugar concreto de la red social, sino que se mueven arriba y abajo, a izquierda y derecha, a saltos a veces, para hablar con unos y otros y encontrar esa verdad intersubjetiva con la que casi todos estén de acuerdo.

En esta ocasión, el destino nos ha hecho coincidir con un grupo humano del que hemos aprendido mucho: uno compuesto por niños. Se trata de un proyecto en el que participan tres institutos de lugares muy distintos y distantes entre sí: Ceuta, Oviedo y Madrid. Lo que se busca, desde el equipo de profesoras que coordina el proyecto, es primordialmente la motivación de los alumnos, pues muchos de ellos -«institucionalizados» podría decirse- han perdido el interés por aprender, el entusiasmo necesario para crecer y formarse, por lo que es necesario volver a involucrarlos en proyectos colaborativos para dar sentido a su educación.

No os desvelaremos más, porque en el vídeo tenéis la historia contada por boca de sus protagonistas, pero sí os diremos que para nosotros la realización de este reportaje ha supuesto un reencuentro muy necesario con la esencia de las cosas. Con la mirada de un niño.

Esperamos que os guste.

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La plaza de Margaret Thatcher (Carmen Cereña)

He leído en la prensa que en Madrid, nada más y nada menos que en la confluencia de la calle Goya con el arranque del Paseo de la Castellana, se ha dado a una plaza, bajo el mandato de Ana Botella, el nombre de Margaret Thatcher.

Cabe preguntarse en qué benefició Thatcher a Madrid o cuál es su vínculo con la ciudad, que justifiquen tal honor. Como no hay respuesta a ello porque no puede haberla, la pregunta debe encaminarse entonces a saber en qué la británica fue benefactora de la Humanidad.

No entra dentro de nuestro propósito valorar o enjuiciar la labor en el interior y en el exterior de la Thatcher, pero cómo olvidar que cuando Pinochet quedó retenido en Londres por un mandato judicial internacional, la llamada Dama de Hierro fue a visitarlo en repetidas ocasiones al hospital en que había sido intervenido para brindarle su apoyo moral y mostrar ostensiblemente al mundo sus simpatías para con él.

De la Thatcher se ha dicho que gobernó como un hombre. Otro tanto se dice actualmente de la Merkel. Una tal afirmación presupone que hay diferencias en los modos de gobernar entre los dos sexos. Sin embargo, dado que el mundo tal y como lo conocemos ha sido hecho por los hombres y para los hombres, que a las mujeres se nos ha constreñido a decir a todo amén (ese célebre «Sí de las niñas» permanente), si no es como ellos, ¿cómo, de qué otra manera podríamos gobernar las mujeres? Distinto sería, eso no lo niego, si la política fuera creación femenina o si se alcanzara en la sociedad una paridad real, y no impuesta, en todos los ámbitos y que la tal paridad se consolidara, perdurara y se convirtiera en uso y costumbre. ¿Lo veremos algún día en Occidente, que es el único lugar donde nos es permitido soñar con ello?

«En la uña del dedo meñique de una mujer, Isabel la Católica, había más energía política, más potencia gobernadora que en todos los poetas, economistas, oradores, periodistas, abogados y retóricos españoles del siglo XIX», escribe Galdós en «El Grande Oriente». Isabel gobernó como un rey de fuste y brío; ¿de qué otra forma podía gobernar? Y otro tanto podría decirse de cuantas soberanas con poder efectivo salpican la Historia de Occidente: Bloody Mary, su hermanastra Elizabeth, Catalina de Rusia…

En nuestras circunstancias, en nuestro contexto, en nuestras tradiciones, en un mundo cada vez más globalmente peligroso, suena a falsa música celestial eso de que la mujer gobernaría de manera más juiciosa, más íntegra y más humana. En cuanto a ese sedicente sexto sentido que nosotras al parecer poseemos frente al parecer su ausencia manifiesta en el varón… ¡dengues de señoritas románticas! Es cuanto expresa Genara, en «La segunda casaca», también de don Benito: «Las mujeres son más leales que los hombres, sirven con más ardor y más honradez a una causa cualquiera, son menos accesibles a la corrupción, poseen instinto más fino y mayor agudeza de ingenio, mayor penetración. Ustedes (los hombres) piensan; pero nosotras adivinamos». Amén de su falsedad intrínseca, duele de esta declaración eso de que el pensamiento se lo cedamos a los varones, ¿no es cierto?

Antonio Machado. Manuel Machado. Son hermanos. Escriben juntos seis obras de teatro, entre ellas la celebérrima «La Lola se va a los puertos». Hay una célebre y bellísima foto de ambos, en un solemne despacho, con Antonio sentado y Manuel de pie. Ambos esbozan una muy leve sonrisa de zumba. Antonio se nos aparece más antiguo, con su cuello de pajarita, y más reflexivo e introvertido también («Yo voy soñando caminos de la tarde»); Manuel resulta más activo, más bullidor, más «social», apoyado con una cierta nonchalance blasée en un cofre y sosteniendo un cigarrillo entre los dedos («Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna…») . Antonio parece presidir un Ateneo, mientras que Manuel parece asistir a un cóctel. «¡Qué bonito es que las hermanas estéis siempre unidas!», nos ha dicho siempre mi madre. Con nostalgia, siempre que veo la foto y siempre que pienso en los Machado, considero lo bello de su unión primera. Mas ha de llegar la maldita guerra… Política y guerra rompen la hermandad de sangre y la amistad fraternal de los hermanos. Manuel apoya a Franco, mientras que Antonio escribe aquel lamentable despropósito en forma de soneto dedicado a Enrique Líster, donde concluye con aquello de «Si mi pluma valiera tu pistola…»

¡Qué triste es ver cómo se rasga la foto con zigzag de rayo y estrepitoso crujido! y los hermanos, ¡ambos tan grandes y españoles ambos!, quedan por siempre exiliados el uno del otro. Me viene a la mente el recuerdo vicario, a través de la memoria de mi madre, del tío Pepe (tío-abuelo mío), a quien nunca conocí. Murió exiliado en Venezuela tras la guerra nuestra. Duró muy poco en aquella tierra hermana porque lo mató la añoranza de España y la inmensa pena de haber visto a su patria desangrarse en el odio y la crueldad. Mi madre me enseñó fotos suyas de antes de 1936 y otras de 1940 (murió en 1942 en Caracas a la edad de 61 años): jovial en las primeras y desolado en las segundas, con la muerte en una mirada vencida y sin brillo. ¿Por qué la política ha de desgarrar las familias españolas y así desde la Guerra de la Independencia? ¡Maldita sea! «Mucha sangre de Caín / tiene la gente labriega / y en el hogar campesino / armó la envidia pelea».

Volviendo al inicio de este escrito, me pregunto si no hubiera podido llamarse la plaza dedicada a Margaret Thatcher (¿pero quién le dio vela en este entierro?), plaza de los Hermanos Machado. Que el Ayuntamiento, trocándose en lañador político, restañe la preciosa porcelana española que la triste Historia patria rompió. Que vuelvan Manuel y Antonio a ser hermanos y a quererse. Que Caín deponga las armas y las entierre para siempre. Que sean de nuevo Abel y Abel. Señores alcaldes de España, liguénle ustedes las llagas a nuestra patria. Regálenles ustedes a nuestras calles, a nuestras plazas, a los centros de enseñanza, a las bibliotecas, a los centros culturales y teatros, el nombre junto de los hermanos. Que vuelvan a abrazarse, como Francisco y Domingo, distintos ambos, pero remando en la misma dirección. Antonio y Manuel, «que el sol de España os llene / de alegría, de luz y de riqueza!»

¿Y la Thatcher entonces? Que se dé su nombre a una calle de la localidad inglesa en que naciera. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, también en Ulan-Bator, digo yo, alguna plaza habrá con el nombre de Gengis Khan. Y en alguna aldea de los Campos Cataláunicos, por puro prurito de folklorismo, alguna calle que se llame de «Atila, azote de Dios», una calle, que nunca un parque pues a ver si no cómo hacerle crecer la hierba, por mucho que la climatología de la Champaña le sea favorable.

La plaza de Margaret Thatcher (Hydra de Lerna)

Ana Botella (en adelante AB), ama de casa metida en política por ser la mujer de un ya ex-presidente de España, llegó a la alcaldía de Madrid para jugar a ser decoradora y demostrar cómo de bien sabe gastar el dinero del contribuyente, construyéndose dentro del Ayuntamiento un pequeño apartamento, y lo bien que se le da jugar al monopoli con el plano de la capital del Estado sobre la mesa. Por eso, y por razones que luego expondré, no me ha sorprendido -pero sí indignado- la noticia que he leído en la prensa sobre el nombre que le han puesto a una plaza situada en pleno distrito de Salamanca, concretamente en la confluencia entre la calle Goya con el Paseo de la Castellana, junto a la plaza de Colón.

¿Quién era Margaret Thatcher (en adelante MT)? Pues una señora inglesa que gobernó su país desde 1979 a 1999. Querida por unos y odiada por muchos, se ganó a pulso el sobrenombre de «La Dama de Hierro».

Frases célebres de MT:

«En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él»

– En esta frase, y a mi modo de ver, se encierra el peor de los machismos: el despotismo disfrazado de feminismo.

No quisiera que pensarais que no soy consciente de la lucha que, durante muchos años, han tenido que mantener muchas mujeres por la igualdad. Pero en esa lucha parece que lo femenino está reñido con la reivindicación. Que las mujeres (y no me incluyo) por querer ser como los hombres, han copiado hasta los defectos. Son las llamadas «mujeres de hierro». ¿Es esto necesario? En esa carrera, hemos criticado tanto al género masculino que nos tienen miedo. Que una mujer con poder es mucho más peligrosa que un hombre.

«Cualquier mujer que sepa llevar los problemas de una casa está muy cerca de entender los de llevar un país»

– Leyendo esta frase puedo entender la razón por la que AB «redecoró» el Ayuntamiento de Madrid. Y también puedo entender por qué a muchos hombres les cuesta aceptar la capacidad de muchas mujeres para llegar a las más altas esferas de poder.

«Nadie recordaría al buen samaritano si, además de buenas intenciones, no hubiera tenido dinero»

– Frase lapidaria donde las haya. Convierte una bella historia de generosidad y compasión en algo sucio al igualar los valores morales con el dinero.

Tal vez por esta visión sobre la «generosidad» , le propuso al primer ministro australiano la compra conjunta de una isla para enviar allí a los vietnamitas que huían de los comunistas. De esta forma, acallaba su conciencia y alejaba el problema de su «Gran País».

Nadie le va a negar a MT su brillante inteligencia, que usó para manejar y manipular a todos los que estaban a su alrededor. A MT le perdían las adulaciones y por eso se rodeaba de «hombres» a los que no les importaba hacerlo, con tal de que su cabeza no fuera defenestrada (somos conocedores de la «inclinación» de los ingleses a cortar cabezas).

Hay una anécdota que demuestra -y pone en tela de juicio su inteligencia y evidencia su machismo- el escaso sentido del humor que tenía esta señora. En cierta ocasión, MT se rompió una pierna que la mantuvo -y retuvo- recluida en el hospital durante un par de semanas. Paralelamente, un ministro de no sé qué país, idolatrando la figura de la dama, le puso «Thatcher» a su adorado perro. El pobre animal murió. No se sabe muy bien si por el nombre o por alguna enfermedad sobrevenida. El caso es que este señor, compungido por la tragedia de su mascota, envió misivas a sus amistades diciendo «Thatcher ha muerto». Claro que se refería al can, no a «la de hierro», que aún permanecía en el hospital. El incidente a punto estuvo de desencadenar un grave problema diplomático. Con lo fácil que hubiera sido llamar por teléfono y aclarar la situación, reírse del malentendido. Tendría que haber considerado un honor que este señor llamara a su querida mascota por su apellido.

MT nunca quiso que su condición de mujer tuviera relevancia política. Sin embargo, no se cansó de utilizarla para reivindicar la igualdad entre ambos sexos.

MT introdujo la sección 28 en la que se prohibía la enseñanza o la promoción de la homosexualidad.

Claramente, AB es fan de MT. AB quería ser como ella, la gran dama de hierro, pero se le olvidó que no sabía hablar la lengua de Shakespeare. Ni gobernar su casa, de ahí que no supiera solucionar problemas políticos. Ni ser una buena samaritana porque se gastaba el dinero -de todos- haciendo ostentación no sólo de poder, también de desprecio por el sufrido contribuyente. Tampoco a nadie se le ocurre utilizar el apellido de AB llamar a su mascota, porque la pregunta sería: «Botella, ¿de qué?»

Lo que sí han demostrado ambas mujeres en extremos distintos -y es lo único que las aproxima-, es que cuando una mujer de ese calado socio/cultural/mental accede a un puesto de poder, no es que se comporte como un hombre, es que, en su afán por emular a los grandes estadistas, se convierte en tirana la una y en manirrota la otra. Que el poder emborracha y la resaca es tremenda porque la sufrimos todos. Que a algunas mujeres, una vez han accedido al poder, se les olvida que para gobernar hay una condición «sine qua non»: la humildad.

Pero no pierdo la esperanza (y no me refiero a la otra «dama» madrileña).

¿Por qué ponerle Margaret Thatcher a una plaza en nuestro país teniendo nosotros tantas deudas con héroes nacionales?

Lo que ha hecho AB, ha sido instrumentalizar la historia. Veamos:

-Antonio Escobar Huerta, el general olvidado. Guardia Civil, hombre de honor, honrado, íntegro, defensor de la República Española y la Constitución de 1931, a la que había jurado lealtad. Aunque siendo católico, mantener su juramente era una osadía o una condena a muerte. Mantuvo su fe intacta durante los años de la guerra. Luchó en el mismo bando que los anarquistas de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), que despreciaba y perseguía sus creencias. A pesar de ello, ni las ocultó ni renegó de ellas. Escondió monjas en su casa y, tras curarse de las heridas que sufrió en la Batalla de Madrid, le pidió a Azaña poder viajar a Lourdes para rezarle a la Virgen.

Fue fusilado el 8 de febrero de 1940 en los fosos del Castillo de Montjuic.

– Juan Marrero Pérez, «Hilario», jugador del Real Madrid. Intercedió por prisioneros republicanos en La Coruña, ante piquetes encargados de darles el «paseíllo».

La animosidad que sigue despertando la tragedia de nuestra guerra, condena al olvido a personajes como éste.

Durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, además de las conocidas, están las grandes olvidadas:

– María de la Consolación de Azlor y Villavicencio, durante los asedios de los franceses, puso su casa, su trabajo y su hacienda a disposición de los defensores civiles y militares de Zaragoza. Amunicionaba las baterías artilleras con víveres y pólvora. Durante la jornada del cuatro de agosto, armada como un combatiente, formó baterías en su calle con pelotones femeninos. En 1809, y a instancias del mismísimo Palafox, reclutó gente para defender el Coso. Además organizó partidas en el pueblo Bureta. Murió a los 39 años.

– María Francisca de Sales Portocarrero, quiso participar en las asociaciones patrióticas, pero se encontró con la dura oposición de los hombres que las componían, ya que estos consideraban que si entraba una mujer en alguna de las asociaciones estas se convertirían en algo frívolo. Finalmente lo consiguió junto con otras trece mujeres. Desde allí, trabajó de una forma enérgica y brillante por la educación de la mujer y para mejorar las condiciones de las que estaban presas. Lo que ella hizo hoy se denomina «programa de inserción social».

He dejado para el final a un personaje que me subyuga: el Almirante Blas de Lezo. Un personaje poco conocido para mayor vergüenza de AB y MT. El Almirante perdió un ojo durante la guerra de sucesión por el trono de España, defendiendo el castillo de Santa Catalina. Con 15 años perdió una pierna en la batalla que mantuvieron la armada española y francesa contra ingleses y holandeses. En 1713, perdió un brazo en el segundo sitio de Barcelona. Pero lo que nunca perdió fueron los cojones, a pesar de ser apodado «medio hombre» o «patapalo».

Los ingleses no sólo ocultan sus derrotas ante los españoles, les gusta atribuirse victorias que nunca existieron.

Del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741, tuvo lugar la Batalla de Cartagena de Indias, entre la armada inglesa y la española. La nueva Armada Invencible, comandada por el almirante Edgard Vernon, con 39.000 soldados, 3.000 piezas de artillería y 195 navíos, trató de invadir Cartagena de Indias, defendida por el Almirante Blas de Lezo, con 3.600 soldados y 6 navíos. El rey inglés estaba tan seguro de su victoria que mandó acuñar monedas para celebrarlo. En ellas se leía: «La arrogancia española humillada por el Almirante Vernon…» En realidad, el humillado fue el rey inglés y el almirante Vernon, que tuvo que huir para salvar su vida a costa de perder su dignidad.

Y nosotros, bueno, nosotros no, Ana Botella, le pone a una plaza española el nombre de una inglesa cuyo mérito fue ser apodada «la dama de hierro» por su inflexibilidad y por ocultar divinamente su condición machista haciendo creer a casi todos que luchaba por los derechos de la mujer. De este modo, sigue condenando al olvido a tantos y tantos héroes patrios, negándoles el reconocimiento que merecen.

Espero que los ingleses le devuelvan el halago que tanto desea AB, dándole su nombre a cualquier cosa que no sea una calle, una plaza o algo que esté relacionado con la cultura.

Estas son algunas de mis razones para renegar de quién reniega de la historia de mi país.

Ya lo dijo Antonio Machado:

El enemigo -los traidores de dentro y los invasores de fuera- se iba poco a poco / aproximando a Madrid.

Del árbol caído (Carmen Cereña)

He leído en la prensa que últimamente, en Madrid, se caen muchos árboles o, cuando menos, ramas de considerable tamaño. Uno de esos árboles, una falsa acacia, llegó a matar a un pobre militar que sesteaba a su sombra en el Parque del Retiro. Desde luego que era falsa y traidora, más que el Iscariote. Otro, más tarde, chafó un coche estacionado sin, afortunadamente, nadie dentro. Una membruda y aleve rama de otro cayó encima de la terraza de un bar de la calle Montera hiriendo levemente a cinco personas. ¡Buena envergadura la de la ramita de marras! Un segundo brazo, bien cereño también, de pino piñonero se ha abatido hace unas horas nuevamente en el Retiro; felizmente no había nadie debajo. Parece que el problema, lejos de remitir, seguirá manifestándose en sucesivas ocasiones, en opinión de los expertos.

Volviendo a la rama que se desplomó sobre las mesitas exteriores del bar, se queja el dueño del establecimiento del perjuicio vegetal: los bomberos le tuvieron la terraza cerrada toda una hora con la consiguiente pérdida de ingresos y además algunos clientes, aprovechando la confusión, marcharon sin pagar. A río revuelto, como se dice, ganancia de pescadores, de pescadores pícaros, está claro. Tan claro como que «del árbol caído todo el mundo hace leña».

Es lo que más llama la atención, el cómo de la contrariedad ajena nos aprovechamos impunemente. En «La cabina», de Antonio Mercero, mientras el pobre José Luis López Vázquez se debate kafkianamente entre los asfixiantes cristales de la cabina telefónica como un pez dentro de estrechísima pecera, beneficiándose de que se arremolinan los curiosos para ver qué ocurre, un aprovechado le va hurtando al repartidor de una pastelería, de la bandeja que sujeta en alto, las apetitosas medias noches y se las va zampando.

Tras las batallas, antes que los buitres y los cuervos, llegaban los robamuertos, a ver qué podían sustraer de valor y en uno de los caprichos de Goya se ve cómo una moza, aunque temerosa, le arranca un diente a un ahorcado. ¿De oro? Para mercarlo o fundirlo. ¿Diente diente, diente de veras? Para algún conjuro o acto de magia negra.

No obstante, el más bello ejemplo de cómo reorientar en provecho propio la desgracia ajena, sirviéndose de ella, nos lo proporciona un delicioso relato medieval en verso, del siglo XIII, y en lengua provenzal, titulado «Flamenca», que es también el nombre de la heroína. En él, si mal no recuerdo, el monaguillo aprovecha la comunión de la amada para comunicarse con ella y concertar citas secretas. La comunión rememora la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo quien sufrió la humillación y las torturas de la cruz por redimirnos del pecado y para concedernos la vida eterna. Sus padecimientos son aprovechados por los enamorados para expresarse su amor terrenal. «Ama a tu prójimo» y amigo y amiga se toman en serio el mandamiento cristiano y lo aplican con éxito seguro. Tienen a Cristo de su parte.

Gran estreno en Madrid

El próximo viernes 14 de febrero estrenamos en Beer Station Madrid, a las 19:00, “La venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito”, una chorrada impresionante.

Se trata de una mini-serie cómica concebida para su difusión gratuita a través de Internet (así que si no podéis ir al estreno, no pasa nada, la publicaremos más adelante). Se compone de varios capítulos breves y está protagonizada por estos dos personajes, la venturosa señorita Milíbilis y el bueno de don Jaravito, encarnación de la inocencia más absurda y herederos del mejor teatro de variedades. Os dejamos un pequeño adelanto…

http://youtu.be/OIAL6taDFx4

Nace Tm-Ex

En esta semana iniciaba sus emisiones Tm-Ex, una webtv creada por algunos de los trabajadores despedidos de Telemadrid durante el último ERE, que ha afectado al 80 por ciento de la plantilla. Nace con vocación de servicio público y el objetivo de ofrecer a los ciudadanos de Madrid «información no contaminada» y «un medio de comunicación cercano que cuente sus problemas y que les escuche».

Aunque todavía son pocos los vídeos que se pueden ver en la plataforma, la orientación de los contenidos habla de una televisión combativa que centra especialmente su mirada en conflictos sociales contados desde el punto de vista del ciudadano (con el ERE de Telemadrid aún como principal protagonista).

Cómo va a financiarse esta nueva televisión no queda muy claro ya que, según indica su página de presentación, está compuesta por 821 trabajadores -lo que supone millones de euros anuales en nóminas-, emite en abierto -gratis- y los contenidos cuentan con licencia Creative Commons. Ningún patrocinio privado -que conste-, el alejamiento de «cualquier grupo de poder» y una constitución más o menos impulsiva e improvisada (a raíz de la «Marea blanca» de diciembre de 2012), permiten anunciar dificultades financieras a corto y medio plazo, a no ser que el ímpetu y la vocación den paso a una perspectiva comercial y sostenible y los manifiestos y proclamas se sustituyan por un plan de viabilidad empresarial.

Acceder a Tm-Ex

La voluntad de contar

Como homenaje a la fotografía documental en España, el «Espacio Fundación Telefónica» (Madrid) acoge hasta el próximo 30 de enero la exposición titulada «La voluntad de contar», un recorrido por la obra de diversos fotógrafos españoles de renombre, como Alberto García-Alix, Ramón Masats o Cristina García Rodero, durante el cual se profundiza en la relación mundo-cámara-fotógrafo y en la función social del Arte y de los medios de comunicación.

Más información

Concejo abierto

La mirada de Tierravoz -ya lo habíamos dicho- es limpia, es honesta, es constructiva. Carmen y César (sus promotores) son nuestros amigos, así que nuestro apoyo a su trabajo se presupone, pero no vamos a tirar de emoción fraternal, sino de argumentos, para defender su obra «Concejo abierto», la cual acaba de ser -a nuestro entender merecidamente- premiada en el Festival de Cine de Gijón.

Lo universal en lo local

Una de las tareas más difíciles para el director de documentales es la de escoger el tema a tratar (y la perspectiva). Los buenos temas, los bien escogidos, ejemplifican dilemas universales a través de hechos particulares. Da lo mismo dónde hayas nacido, o dónde vivas: «Concejo abierto» habla de ti. Habla de lo que no tienes, de lo que podrías tener y por tanto, habla de lo que eres y de lo que podrías (o incluso pudieras querer) ser.

En concreto, «Concejo abierto» se acerca a los vecinos de Madarcos,  un pueblo de la provincia de Madrid en el que sus menos de 100 habitantes han tomado las riendas de la administración local. Es pura Democracia participativa: el pueblo gobernando al pueblo. Y por ese motivo, el tema es tan candente que afecta tanto al Presidente de la Unión Europea como al último habitante del planeta, en un momento, además, en que a nivel global se está cuestionando -y atacando con fiereza- las bases del actual sistema socio-económico.

Casos de éxito

Así que, partiendo del ejemplo, del caso de éxito, Carmen y César critican lo depauperado del sistema vigente, sin mencionarlo. Es tanto lo que se puede criticar y condenar -y de hecho se critica y se condena, desde múltiples tribunas- al sistema, que centrarse en retratar sus múltiples injusticias no tiene apenas mérito. Lo difícil es dirigir la mirada a lo otro, a lo bueno, y no por desconocimiento de lo uno -de lo malo-, sino por elección moral.

Es muy inteligente «Concejo abierto». Esperanzador, real, actual, puro.

Y desnudo

Como las grandes obras. Carente de efectos y alejado de efectismos, nada hay de superfluo en este corto documental, ni un plano. Desde el árbol con el que da comienzo -grabado en detalle, en armonía, en un ejercicio poético de gran belleza-, hasta el árbol con el que concluye la pieza y se ilustra la cita de uno de nuestros más grandes historiadores (y etnógrafos) de todos los tiempos: Julio Caro Baroja. Nada es accidental. Todo está hilado, minuciosamente seleccionado y abordado desde la más absoluta pobreza de medios. Es la razón -y la poesía- la que se abre camino por sí sola: no hace falta 3D.

Conexiones

Pero es que, además, «Concejo abierto» es un trabajo que Tierravoz le regala al mundo. Y para eso lo comparte en Internet, lo licencia mediante Creative Commons y lo imbrica en 100jours.org, una iniciativa que durante los primeros meses de 2012 ha publicado en la Red, gratuitamente, un documental por día.

Así que vayan desde aquí nuestro agradecimiento y nuestras más sinceras felicitaciones, no a nuestros amigos Carmen y César, sino a los fabulosos directores de esta pequeña joya documental.

Ver «Concejo abierto»

El jardín de las huríes

Aquí os dejamos un brevísimo vídeo promocional de «El jardín de las huríes», la obra de teatro y danza que representarán nuestros amigos de la Troupe del Cretino los días 11 y 18 de noviembre en Beer Station Madrid. ¿Os apuntáis?

«Ai Weiwei: Never Sorry» en Madrid

«Ai WeiWei: Never Sorry» es el primer largometraje sobre el artista y activista chino de renombre internacional Ai WeiWei, quien en los últimos años ha captado la atención de todo el mundo tanto por su ambiciosa obra como por sus provocaciones políticas. Las autoridades chinas han llegado a cerrar su blog, darle una paliza, arrasar su estudio de trabajo, y hasta mantenerlo en detención secreta. La película examina esa compleja simbiosis de la práctica artística y el activismo social. La periodista y directora de cine Alison Klayman ha tenido un acceso sin precedentes al mundo interior del artista.

La película se proyectará en las TimesTalks -organizadas por The New York Times-, que tendrán lugar en Madrid entre los días 21 y 23 de septiembre.

La proyección está prevista para el sábado 22 de septiembre, a las 18.00 horas, en el Teatro Fernán Gómez (Calle de Colón, 4). Posteriormente tendrá lugar un coloquio con la directora de la película, Alison Klayman.

Informa Avalon