Weiwei es guay

Pues sí, Weiwei es guay, pero no «un guay» de esos que no llegan a «chachi», sino un enrollado –«guay» a secas-, un tío guay, alguien que no necesita que los demás le llamen guay para ser guay, vaya.

Tampoco necesita mucha presentación, este Weiwei, porque sus obras se han expuesto en las más importantes salas de Arte del mundo pero, por si algún despistado no lo conoce, diremos que se trata de un «artivista» chino, es decir, un tipo que tiene más de activista político que de artista, y que canaliza su creatividad -que es mucha- hacia un movimiento social libertario, en China y no sólo.

Ha estado en la cárcel, Weiwei. Ha padecido los abusos de las autoridades. Ha sido golpeado y vejado. Pero cuanto más se le intenta silenciar, mayor repercusión adquieren sus palabras. Lo que viene siendo un mártir, de toda la vida.

Never Sorry

Es el título del documental dirigido por Alison Clayman en 2012 a propósito de este polémico chino. Se trata de un documental correcto, que profundiza, a través de un seguimiento cotidiano y exhaustivo (que el propio Weiwei propicia mediante un despliegue continuo de camarógrafos), en la figura del autor de obras como ésta:

Weiwei

Ai Weiwei. 2008.

Arte 

Y al final, uno se vuelve a preguntar, por enésima vez, qué es el Arte. En una sociedad de la censura, del mercado, del arte-por-dinero, del arte-como-medio, ¿el artista es aquél que consigue alzar lo suficiente su voz para incomodar al Estado? ¿Aunque no cante bien? (y no, Weiwei no canta nada bien).

Hay mucho Twitter en la creación artística de Weiwei, mucho Twitter como soporte. Y mucha improvisación. ¿Pero soporte de qué? ¿De otro panfleto más? ¿De reivindicaciones políticas? ¿Eso es Arte? ¿Cualquier cosa que se le ocurra publicar a Weiwei desde el sofá de su casa será Arte?

Política

Y uno termina concluyendo que lo que sucede es que, a nivel político, a nivel mundial, hay tanta necesidad de una voz lo suficientemente libre, lo suficientemente honrada y lo suficientemente potente para alzarse contra un sistema socioeconómico que se nos cae, que cuando aparece alguien así, lo llamamos «artista», lo llamamos «santo», o lo que haga falta, con tal de que se quede.

Como en Turquía, donde la expresión artística de un coreógrafo -de alguien que se dedica a la danza- ha sido guardar silencio, y permanecer inmóvil, en público, solo, ante la bandera.

Ver videoclip Dumbass de Ai Weiwei

Ver trailer del documental «Ai Weiwei: Never sorry»

La salvación alienígena

Con los extraterrestres, uno nunca sabe… Ahora resulta que sí, que existen, y no sólo existen, sino que han contactado con nosotros, o al menos eso dice el antiguo ministro de Defensa de Canadá. Además, son bonachones y quieren enseñarnos a vivir, que a nosotros se nos da un poco mal.

Según ha declarado este señor, llamado Paul Hellyer, hay cuatro especies alienígenas distintas conviviendo con nosotros y los Gobiernos de múltiples países están colaborando con ellos. Con ellos, con los extraterrestres, no con nosotros, con los humanos, a los que en teoría estos Gobiernos se deben, pero a quienes no dicen ni palabra sobre el asunto.

Deus ex machina

Aunque, tras «La guerra de los mundos» o «Independence Day», ¿quién se fía? ¿No sacarán un rayo cósmico que nos pulverice? Uno quiere pensar que no, que las intenciones de estas entidades -a las que podríamos considerar divinas- son buenas. Uno quiere pensar que los extraterrestres nos van a traer la solución a tanto desahucio, a tanta estafa, a tanta desigualdad creciente y asumida; a tanto mamoneo, vaya.

Como en las tragedias griegas. Cuando la cosa se liaba demasiado y el autor no sabía muy bien cómo cerrar la historia, tiraba de Deus ex machina, es decir, sacaba a escena a un actor que decía ser Zeus y asunto resuelto. Zeus, claro está, no se andaba con minucias: tú allí, tú acá, tú acullá y yo me vuelvo al Olimpo. Y todos tan contentos.

Pero no todo va a ser tan fácil, ¿o creéis que sí? ¿De verdad alguien cree que este embrollo en el que andamos inmersos se va a resolver de la noche a la mañana y sin que hagamos nada? Difícilmente. Y por eso, en Turquía, en Brasil, ¡en España! hay quienes han optado por tomar la palabra y reivindicar, para los humanos, gobiernos humanos.

Y por eso, nosotros, si bien damos la bienvenida a los extraterrestres amistosos, tampoco callamos.

Ver declaraciones de Paul Hellyer (en inglés)

Dibujo de portada: «Stoned Alien Face» de Jesus-at-art (CC)

Cazadores de corrupción

«Cazadores de corrupción. La red», dirigida por Hege Dehli. El CMI Ateneo de La Calzada proyectará gratuitamente este documental el próximo miércoles 26 de junio a las 19:30.

Según el Banco Mundial, cada año se pagan un trillón de dólares en sobornos en todo el mundo. ¿Es posible juzgar y condenar a los culpables? El Documental del Mes nos acerca a «La Red», un organismo internacional creado para luchar contra los grandes casos de corrupción política y empresarial, un grupo de trabajo exclusivo formado por los cazadores de corrupción más profesionales y osados del mundo. Una corrupción -por otra parte- internacional y a gran escala que requiere -por lo tanto- soluciones internacionales y a gran escala.

Con este objetivo y la voluntad de apoyarse mutuamente, cada seis meses, veinte fiscales e investigadores de todo el mundo se encuentran para buscar nuevas herramientas con las que luchar contra la corrupción y desarrollar conjuntamente las mejores estrategias.

Entrada libre hasta completar aforo.

Más información

Madoz, los bebés y el ‘branding’ emocional

¿Cómo vender agua a precio de néctar? ¿Cómo conseguir que mi agua -el-agua-que-yo-vendo- se convierta en «El Agua», que no haya otra igual, que sea mucho más que agua, que sea el-agua-por-antonomasia? Muy fácil: convirtiéndola en otra cosa.

Y para ello, para convertirla en otra cosa, no hace falta cambiar absolutamente nada de su composición química, de su aroma inodoro, de su sabor, o de su incoloro color. Basta con conseguir que mi agua sea percibida como algo único y diferente.

Madoz-Agua-Puzzle (2004)

Chema Madoz. 2004.

Los bebés

Basel Ramsis es un director de cine documental. Allá por 2005, impartió en Madrid un taller de guión en el que, entre otras cosas, criticaba el uso de bebés que se venía haciendo en el cine. Aseguraba que, con frecuencia, los bebés se utilizan para suscitar en el espectador una cierta emoción, una ternura que se aprovechará para dirigir el mensaje por un cierto derrotero. Él lo explicaba así:

«Existe un pacto entre el espectador y los bebés: cuando un bebé aparece en pantalla, al espectador se le cae la baba. Es un recurso demasiado fácil».

Tenía razón. Los bebés son el icono de la desprotección, de la dependencia, y por eso despiertan en los adultos el instinto paternal. Además, los bebés no mienten, no fingen, son puros, y representan todo aquello que hemos perdido con los años. Cuando un bebé aparece en pantalla, literalmente, «se nos cae la baba».

El elixir de la eterna juventud

Así que, si queremos que nuestra agua -el agua que nosotros vendemos- sea percibida como un líquido mágico, como un elixir que nos devuelve la vitalidad, la espontaneidad y el tiempo que perdimos, pondremos un bebé en nuestro anuncio. Y si además lo ponemos bailando «break dance», pues mejor que mejor.

De esta manera llegamos al vídeo que abre la página. Es un anuncio de agua, perteneciente a cierta empresa que empieza por «Dan» y acaba por «one»-, visto -sólo en Youtube- por unos 50 millones de personas. Eso -por si cabía alguna duda- significa que «funciona». Y recordemos que no es más que un anuncio de agua embotellada.

Branding emocional

Un anuncio que bebe de una larga tradición de estudios sobre la persuasión publicitaria, desde los Strilloni romanos, hasta el edipo no resuelto del sobrinito de Freud, y más allá; estudios que desembocan en esta técnica de venta a la que petulante y anglosajonamente se ha denominado «Branding emocional».

Y es tan simple, tan facilón este «Branding emocional», como el mecanismo de un botijo. Consiste en asociar una emoción a nuestra marca. Ya está. ¿Qué emoción? La que mejor convenga.

¿Y cómo asociamos una emoción a nuestra marca? Pues obvio: provocando en el espectador esa emoción. La baba que se nos cae cuando vemos al bebé -o cuando nos plantan ante los ojos un suculento pastel de chocolate-; el complejo que sentimos al comparar esa piel tan tersa -o esa figura tan esbelta de la chica del anuncio- con la imagen que nos devuelve el espejo cada mañana; o el «buen rollo» que se nos queda tras ver un anuncio de Coca Cola. Es así: tan fácil como contar una historia emocionante y firmarla con nuestro logo.

Y Madoz al fin

Es ese poeta que juega con las imágenes. Es una persona sencilla y honesta, sin pretensiones comerciales, un fotógrafo que reconoce -y reivindica- la inutilidad del Arte, que se crece en esta inutilidad y que la habita de consuno. Madoz es el fotógrafo de las pequeñas cosas, de la esencia; el ingenuo genio de las metáforas visuales, el gurú de los mensajes ocultos. Madoz es ese niño que mira y que, en su mirada, nos hace crecer.

Y es la inspiración para los publicistas.

El documental que hoy os traemos habla sobre él.

Los diez mandamientos del ‘Branding emocional’

Ver documental sobre Chema Madoz 

Kamikakushi

La historia de Berlín es la historia de Alemania. Con anterioridad a la II Guerra Mundial, Berlín era un referente cultural, arquitectónico y financiero a nivel mundial. Cinco años después de acabada la guerra, la ciudad seguía medio destruida. Fue entonces cuando se creó un festival de cine, con la intención de ayudar en el proceso democratizador. Oscar Martay fue nombrado asesor cinematográfico por la administración militar estadounidense en Alemania, y contribuyó de manera decisiva a la creación del Festival. En 1950 se reúne el primer comité formado por dos representantes de la administración del Senado de Berlín, cuatro representantes de la industria cinematográfica alemana y un periodista, además del propio Martay y de su amigo George Turner.

En 1951 arranca la primera ceremonia del festival bajo el nombre de «Internationale Filmfestspiele Berlín», celebrada del 6 al 17 de junio. Se inaugura con la película de Alfred Hitchcock «Rebeca». Durante esta primera edición, los premios son elegidos por un jurado experto alemán, pero a causa de  la presión ejercida por la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos), se decide que los premios del año siguiente sean otorgados por el público, ya que solo los festivales de categoría «A» pueden tener un jurado de expertos. Finalmente, la FIAPF le concederá la clasificación «A» en 1956.

En esa primera ceremonia, el Oso de Oro a la mejor película es para «Four Vier im Jeep» de Leopold Lindtberg y Elizabeth Montagu, que cuenta una historia ambientada, como no podía ser de otra forma, en la II Guerra Mundial. En ese mismo certamen, Oscar Martay recibe el Oso de Oro por el esfuerzo realizado en la creación del festival.

En cuanto a las secciones, son siete diferentes, de las que podríamos destacar: «En competición», donde se presentan películas que aún no han sido estrenadas en su país de origen, «Panorama», películas independientes de temas controvertidos y estilos poco convencionales y «Fórum» donde los jóvenes cineastas pueden exhibir sus películas o documentales.

Kamikakushi

Éste es el título original de «El viaje de Chihiro» de Hayao Miyazaki, que ganó -junto con «Domingo Sangriento»-, el Oso de Oro en el Festival de Berlín del año 2002. Era la primera vez que una película de animación se alzaba con este galardón.

Kamikakushi significa «resurrección social» y así el contenido de la película cobra un significado distinto. La cultura japonesa utiliza esta palabra para expresar el tránsito de la adolescencia a la edad adulta. Luego el «viaje» de Chihiro es un viaje hacia el interior, en busca de los pilares que la formarán como adulta, el tránsito «mágico» que le hará despedirse de su infancia para siempre y abrazar sin temor la edad que llega.

»Nada de lo que sucede se olvida jamás, aunque tú no puedas recordarlo».

El espíritu de la colmena

Tras la creación en 1953 de lo que posteriormente se convertiría en el renombrado «Festival Internacional de Cine de San Sebastián», la «Semana Internacional de Cine», y viendo su repercusión, el gobierno franquista se vio obligado a flexibilizar la censura y permitir ciertos privilegios fiscales a las películas presentadas al certamen. Esta flexibilización tuvo su eco en «La Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos» (FIAPF), que concedió a la Semana Internacional la categoría de «Festival Internacional de Cine» clase «B» (festival no competitivo), con la incorporación de la primera «Concha de Plata» como símbolo de un premio distintivo del certamen. Sin embargo, en el año 1956, la FIAPF, dado que el gobierno franquista limitaba enormemente al cine norteamericano, retira su apoyo.

En 1957 llega la reconciliación entre el gobierno franquista y la FIAPF, y ésta le concede la máxima categoría al festival. La primera Concha de Oro es para la película «La nonna Sabella» del italiano Nino Rissi. Al año siguiente, llegaría nuevamente la polémica al festival ya que la Concha de Oro fue para «Ewa chce spac» del polaco Chmielewski frente a la gran candidata «Vértigo» de Alfred Hitchcock. 1963, el festival vuelve a perder su máxima categoría (A), aunque por poco tiempo, puesto que la recupera al año siguiente.

Durante la dirección del festival por parte de Luis Gasca, éste se sume en una grave crisis que produjo una considerable pérdida de prestigio. En 1985 Diego Galán retoma la dirección del certamen, devolviéndole la merecida atención internacional e instaurando como novedad el Premio Donostia.

A partir del año 2000, el Festival de Cine de San Sebastián cuenta con la inestimable presencia del gran Woody Allen, quien lo utiliza para la presentación, a nivel internacional, de sus películas.

El espíritu de la colmena

En el año 1973, la Concha de Oro fue para la película de Víctor Erice «El espíritu de la colmena».  La película está ambientada en la posguerra española y cuenta la historia de Ana, una niña que después de ver «Frankenstein», queda fascinada por el monstruo al que tratará de encontrar.

Según Víctor Erice: «El título, en realidad, no me pertenece. Está extraído de un libro, en mi opinión, el más hermoso que se ha escrito nunca sobre la vida de las abejas, y del que es autor el gran poeta y dramaturgo Maurice Maeterlinck. En esa obra, Maeterlinck utiliza la expresión ‘El espíritu de la colmena’ para describir ese espíritu todopoderoso, enigmático y paradójico al que las abejas parecen obedecer, y que la razón de los hombres jamás ha llegado a comprender»

Ver película

Baraka

Resulta muy difícil hablar de Baraka. Cualquiera que haya visto esta joya, sabrá a lo que nos referimos.

Si se extinguiera la Humanidad y en el futuro alguien sintiera curiosidad por lo que somos -por lo que hemos llegado a ser- bastaría con que viera Baraka para comprenderlo todo. Sin una sola palabra, sólo mediante la mera concatenación de imágenes y músicas, Ron Fricke realiza el retrato más perfecto de la Humanidad que cabe concebir.

Se trata de una experiencia puramente emocional que agita las ramas del intelecto. Baraka habla a gritos de las similitudes y diferencias entre los humanos, de sus miedos y creencias, de sus misteriosos rituales, de sus alegrías, sus tristezas, de su relación con el medio, de la evolución que han sufrido… Sin decir nada.

Con su cadencia característica, Baraka detiene la mirada del espectador en aquello que merece ser visto, le dice: «mira esto». Y luego, «mira esto otro». «Y relaciónalo».

Necesariamente, el cine, la fotografía, acotan la realidad. Seleccionan de ella una porción que se convierte en mundo y en signo del mundo al mismo tiempo. Las buenas fotografías -las buenas películas- reproducen aquellas partes del mundo que aglutinan en sí mismas universos enteros. Son altamente significantes. Pero quizás se comprenda mejor esto si no usamos tantas palabras:

El cine convencional se rueda con película de 35 milímetros, esto es, concatenando 24 fotografías por segundo de tres centímetros y medio de ancho cada una. Como si el mundo no le cupiera en esos tres centímetros y medio, Ron Fricke construyó expresamente una cámara para rodar Baraka, una cámara que utilizaba fotogramas de siete centímetros cada uno. Todo era poco. Era la obra de su vida. La gran obra maestra del cine documental. Rodó en 24 países, de los cinco continentes. 24 países.

Cada plano de la película reproduce universos completos. La película completa es algo inconmensurable.

Ficha técnica

Un cadáver exquisito

Estamos bastante tocados, en general. Y queremos estar bien.

Antaño, locos y cuerdos estaban perfectamente diferenciados. El «loco» era «disfuncional» (no trabajaba, se dedicaba a hacer el loco, o se le encadenaba) y los cuerdos eran, por eliminación, todos los demás.

Ahora la cosa ha cambiado. Los considerados «cuerdos» a menudo nos hartamos de ansiolíticos, o desembolsamos sumas astronómicas en la consulta del psicoterapeuta, y no por ello se nos considera «locos». Ahora ya no hay blanco o negro (loco o cuerdo), sino una infinita gama de grises, una relativización de la salud mental que tiene su base en la evolución científica, en los descubrimientos que sobre la psique humana se han venido realizando.

Freud

Freud fue ese eminente loco que puso las cartas sobre la mesa (de hecho, aún hoy, muchos consideran que sus conclusiones son «una locura»). Contra viento y marea, Freud fue capaz de articular una teoría que colocase al «Inconsciente» en el centro del estudio, lo cual, evidentemente, no es tarea fácil. No es fácil porque del «Inconsciente», por definición, no somos conscientes. Y además, en el «Inconsciente» residen todos esos recuerdos olvidados, los deseos reprimidos, los miedos, las envidias, que a duras penas aceptaremos, ni siquiera ante nosotros mismos.

Ocuparse de esos deseos reprimidos, de esa dimensión inconsciente, es -según esta rama del conocimiento- beneficioso para el individuo, ya que identificar lo que íntimamente deseamos -o tememos- es el primer paso para afrontarlo.

Surrealistas

El Inconsciente habla el lenguaje de los sueños, y así se comunica con «nosotros»: a través de sensaciones, de imágenes, de breves destellos, de símbolos. Y es que el humano es un ser esencialmente simbólico.

Los surrealistas, aquellos niños terribles, se propusieron indagar en el Inconsciente para aprovechar -en sus obras de arte- los símbolos que éste maneja. Consideraban, con verdad, que en el Inconsciente se encuentran los símbolos más puros, más virginales, aquellos que no han pasado por el tamiz de la razón, así que emplearon mil herramientas para acceder a él, al Inconsciente: desde los estupefacientes -¡¡absenta!!-, hasta la escritura automática; pasando por la hipnosis, o el popular «cadáver exquisito».

De este tipo de experimentos surgieron imágenes tan poderosas como el ojo de Buñuel o los relojes de Dalí.

Un perro andaluz. Luis Buñuel.la-persistencia-de-la-memoria-dali2

Psicomagia

Llegamos a Jodorowsky. Se trata de un artista chileno que, en un determinado momento de su vida, decide emplear su arte para sanar a la gente. Así, emprende el viaje de la Psicomagia, una disciplina que él mismo inventa y que traza una ruta inversa a la de los surrealistas.

Los surrealistas, con sus juegos y brebajes, traían al Consciente lo que había quedado sepultado en el Inconsciente, lo que estaba oculto, para aprovecharlo. Jodorowsky intenta en cambio llevar al Inconsciente símbolos creados conscientemente: depositar allí, en la profundidad del pozo, imágenes que sirvan para sanar a la persona, para sosegar al monstruo interior.

Las críticas a esta perspectiva son muchas. Pero los casos de éxito también lo son.

Pintarse los testículos de rojo, abofetear al padre, robar la ropa interior de la madre… Los rituales psicomágicos son así de extremos, porque tratan de llegar al Inconsciente, penetrar en él, modificarlo. Y el Inconsciente no se anda con medias tintas, necesita emociones fuertes.

Ritos de paso

De manera que estos rituales se convierten para los «pacientes» en ritos de paso, de una edad a otra, de un grupo a otro, de una perspectiva a otra.

Los ritos de paso son una constante en las culturas. Tatuar la piel de un niño significa para los maoríes su acceso a la adolescencia, su abandono definitivo de la infancia. El matrimonio es asimismo un rito de paso para multitud de culturas, que suele aparejar un cambio de residencia, de estatus social, etc. El Brit Mila de los judíos, el Donga de los surma…

En la Europa contemporánea, los ritos de paso han perdido interés. O, mejor dicho, los ritos de paso prescritos por un grupo, por una cultura determinada, gozan cada día de menor seguimiento, en favor de otros ritos de paso con [aparente] carácter individual. El adolescente que se pone un pendiente a espaldas de sus padres, la niña que se tatúa un delfín en el hombro… son ritos de paso que los separan de sus progenitores y los igualan a sus pares. Esto es lo que hace Jodorowsky: proporcionar al individuo un rito de paso «a la carta», especialmente diseñado para él, para que avance, libremente, de una edad a otra.

Carta blanca

Televisión Española también ha asistido a numerosos ritos de paso en los últimos años. Allá por 2009 creó el canal «Cultural.es», en una decidida apuesta por la televisión de calidad. No duró mucho tiempo, su apuesta, ya que en junio de 2010 Cultural.es desapareció. Sin embargo, algunos de los contenidos que este canal albergó pueden aún verse en Internet.

Es el caso de «Carta blanca», aquel programa que en 2006 ideara Santiago Tabernero: misma apuesta por la televisión de calidad, semejante fracaso (sólo se grabaron 13 programas).

El capítulo número dos de «Carta blanca» le daba la palabra a Alejandro Jodorowsky.

Ver «Carta blanca» (Jodorowsky) en la web de TVE – completo

Ver entrevista de Sánchez Dragó a Jodorowsky

10 recetas para ser feliz de Jodorowsky

El Montalbano de Camilleri

¿Quién es Andrea Camilleri? Un siciliano, fumador empedernido, guionista, director teatral y televisivo y sobre todo un novelista de éxito. Militante comunista, comenzó a escribir en los años setenta sin mucho éxito. En los ochenta publicó una serie de novelas ambientadas en la ciudad imaginaria de Vigáta. En los noventa reinició la escritura después de un parón. Precisamente en 1994 publicó la primera novela –La sombra del agua- protagonizada por el Comisario Montalbano. Esta serie de novelas le catapultó al éxito. Su personaje es un héroe nacional que ha protagonizado hasta una serie de televisión, precisamente ahora se emite por la 2 de TVE, a las 21,30 horas del sábado –recomendable-.

El comisario Montalbano recibe su nombre como homenaje a otro gran escritor de novela policíaca, el catalán Manuel Vázquez Montalbán, conocido por ser el creador de otro gran investigador, Pepe Carvalho; aficionado a la gastronomía y a la literatura como Montalbano.

Camilleri

«Sólo se puede ser siciliano con ironía» Andrea Camilleri

El lugar donde se desarrollan las historias, Vigáta, en la provincia de Montelusa, es en realidad Porto Empedocle y Agrigento respectivamente. El comisario además tiene múltiples colaboradores, Augello, Facio, Gallo, Catarella (que tiene graves problemas con el lenguaje), Galuzzo…

Montalbano es un excelente policía, con un celo profesional fuera de toda duda, aunque no duda en saltarse la ley para resolver complicados casos, es un gran lector y amante de lo culinario y un enamorado de su tierra siciliana.

Es irónico, los casos con los que se enfrenta son una representación de lo más sórdido de esta Europa en la que vivimos actualmente. Lucha contra la injusticia; su concepto de la justicia es profundo, va más allá de lo que dictan las leyes, y la sociedad. Su deber como ser humano es hacer lo mejor posible su trabajo como policía. No es un cruzado moderno, solo piensa en defender a los débiles y los necesitados, en esta sociedad hostil.

Su adaptación para televisión, dirigida por Alberto Sironi, está protagonizada por un excelente Luca Zingaretti (Salvo Montalbano). La ambientación es fantástica, pero quizás la acción sea algo lenta. Sin embargo, escuchar los diálogos en siciliano, plagado de palabras de origen catalán y español, es muy interesante.

Sin ser una excelente serie, es enormemente creíble, representa al antihéroe, que resuelve casos a base de sentido común, sin ningún tipo de herramienta tecnológica. Su claridad en las tramas le confiere una vitalidad y una belleza verosímiles; es una referencia a la vida.

La Sicilia que aparece es luminosa, de una grandilocuencia arquitectónica venida a menos, decadente, en ella el tiempo está ausente, parece no pasar, es lento; el silencio lo invade todo, las calles, los interiores, la propia comisaría. El ambiente rural cobra una especial importancia, al igual que el mar azul, dándole un tono costumbrista propio de la serie; una belleza salvaje. Sin olvidar que se debe ver en italiano, o debería decir en siciliano, para apreciar la humanidad, el humor y el carisma con el que se desenvuelven los personajes; en medio del silencio u «omertá», la Cosa nostra, la venganza, el miedo, la corrupción, la verdadera actualidad.

Las novelas de Camilleri son vitales y crueles, son hermosas, son intensas, y difieren en parte con respecto a la serie. Soy consciente de que el género policíaco, o «novela negra», es un género literario menor, según algunos, pero las novelas de este hombre me han enganchado.

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Montalbano es como Maigret, no toma notas; es un método poco convencional, es más, en las últimas novelas ha perdido memoria (hay que recordar que el comisario es mayor en las novelas, mientras en la serie es bastante más joven). El personaje en su esencia es hijo del mayo del 68. Uno de los relatos del libro

 «Un mes con Montalbano«, lo retrata como protagonista de los disturbios callejeros de su época universitaria, una experiencia que lo convertirá en crítico contumaz de la burocracia, la prepotencia de los políticos, de los policías corruptos o malos profesionales, de los periodistas sensacionalistas, de las injusticias sociales…

Las novelas de Camilleri son verdaderas crónicas de la vida siciliana, la comida, las casas, la gente y su lengua, las costumbres, sus relaciones…

Las novelas de Camilleri repasan sus gustos literarios, Sciascia, Pavese, Borges, Kafka, Leopardi, Pirandello, Dürrenmatt…

A pesar de su relación con Pepe Carvalho, está lejos de sus excesos. Está más cerca de Maigret, pero el belga no comía, no se bañaba, no iba con mujeres, no bebía, era un calvinista redomado.

¡Viva la novela negra! Vivan todos los escritores que se dedican o han dedicado a ella, Arthur Conan Doyle, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Agatha Christie, Patricia Highsmith, Georges Simenon, Manuel Vázquez Montalbán, Leonardo Sciascia, Andrea Camilleri, Petros Márkaris, Assa Larsson y tantos otros.

La música, el universo y Kraus

La música es vibración. La musicoterapia es una disciplina que intenta, mediante el uso de la música -esto es, de diversas vibraciones-, restablecer la salud (física, emocional, social…) del paciente.

Con frecuencia, el musicoterapeuta indaga en la identidad sonora del paciente (en su «cultura musical») para traer al presente emociones que se instalaron en su inconsciente, que quedaron tapadas, y así actualizarlas. Por ejemplo, la sintonía de Lucky Luke, la serie infantil de televisión, puede brindarnos una emoción semejante a la que experimentábamos cuando, de niños, la escuchábamos. Y quizás, hacernos llorar.

Vibraciones

Pero la música es algo más que cultura, algo más que memoria: la música, en tanto que vibración, nos afecta a un nivel físico, a nivel material, a nivel energético. Del mismo modo que un ruido fuerte nos hace saltar -sobresaltarnos-, una melodía armoniosa consigue que nos relajemos. Y de ahí el refrán «la música amansa a las fieras».

Sin entrar en demasiados tecnicismos, hay que señalar que existe una teoría científica, la Teoría M, que supone que el universo está vibrando continuamente. Es decir, que todas las partículas del universo serían una especie de «cuerdas» que vibran a una cierta frecuencia. Y nosotros, como parte del universo, también estaríamos compuestos por esas «cuerdas», también vibraríamos.

En esta línea, no deja de asombrar que tengamos un sentido tan desarrollado como el oído, que sirve precisamente para captar esas vibraciones (aunque no todas: pensemos en las ondas de radio), lo cual supone una conexión biológica con lo que no se ve, no se toca, no se huele, pero existe.

Y ahí tenemos el Yoga, con su «Om», que según las religiones dhármicas, no es más que el sonido del Todopoderoso, el sonido primero, el sonido del que emergen los demás sonidos, el sonido del universo.

Universales

Y llegamos a Bobby McFerrin. Es un célebre músico de Jazz, una especie de mago del sonido que consigue conectar con ese «todo cósmico» que nos compone. En cierta ocasión, fue invitado a un congreso sobre neurología en el que se debatía sobre la existencia -o no- de un «coro común», de una identidad sonora universal, al margen del espacio y del tiempo, al margen de la cultura. Bobby McFerrin demostró lo que sabía de la siguiente manera:

Y lo que sabía es que las notas musicales son iguales para todos, son una especie de vibraciones prefijadas por el universo, ordenadas de cierta manera, relacionadas entre sí. La música, en tanto que vibración, es un fenómeno universal.

La Ópera

Pero la música también contiene una importantísima componente cultural. El ‘rap’, por ejemplo, se asocia con un cierto tipo de personas, de vestimentas, de conductas, al igual que el Heavy Metal, o el Gospel. Los himnos, el Canto gregoriano, los ejemplos son múltiples.

¿Y la Ópera? Pues la Ópera (en su vertiente musical), efectivamente, es música culta, música asociada a personas con poder, con prestigio, posición social y riqueza, o al menos así es percibida (desde dentro y desde fuera de esa cultura). Pero en la esencia de la música de Ópera está también la vibración, mucho más pura en este caso, mucho más cuidada, especialmente trabajada. Saber cantar Ópera es saber cantar.

La Ópera busca la perfección, trata de dominar por completo el instrumento vocal, lo cual exige no sólo cualidades innatas, sino muy especialmente años de intensa preparación técnica, una excepcional forma física y un amplio marco de conocimientos intelectuales (idiomas, historia, lírica…) Por eso, el cantante de Ópera es un personaje por lo general refinado, sutil hasta el extremo y culto.

Y Kraus

De entre todos, es el mejor. Los españoles bien podemos enorgullecernos de haber alumbrado a este genio o, mejor dicho, de haber sido alumbrados por él. Porque la voz de Kraus, efectivamente, es luz, es pura vibración cósmica, es voz sin carne, energía que atraviesa el universo para penetrar, a través de nuestros oídos, en el interior mismo de nuestras células, en las «cuerdas» que nos componen.

Haced la prueba: libraos de prejuicios, olvidad vuestra cultura y escuchad una canción de Kraus como si fuerais nuevos en el mundo, como si estuvierais recién nacidos, como meros receptores de una vibración que no se sabe bien de dónde proviene. Notaréis que cala, que se instala en vosotros y que os purifica.

Deberíamos valorar la Ópera, mucho más ahora que, asfixiada por el imperialismo del ‘Marketing’, casi aniquilada por los intereses comerciales, se debate en una guerra a vida o muerte. El cantante de Ópera es un abnegado luchador, un perpetuo aprendiz, y un héroe. En él recae toda esta sabiduría, fruto de milenios de evolución humana: él es el verdadero mesías, el ungido, el iluminado.

El documental que hoy os dejamos habla de él, de Kraus:

Ver documental «Alfredo Kraus, mi propia historia»

Ver ópera «Fausto» de Gounod, con Alfredo Kraus

Y también os dejamos otro sobre los descubrimientos del Dr. Masaru Emoto, a propósito de los efectos que diversas «vibraciones» parecen tener sobre el agua:

Ver documental «Los mensajes del agua»